23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Mi grano de pólvora

Por Misael Cadavid MD 

Este es el momento histórico de estar todos buscando soluciones para el desempleo y la pobreza que nos dejó la pandemia. 

La crisis que vive el país, no es por la situación socio-económica aunque se nutre de ella por la manipulación que hace algunos sectores políticos que la usa como excusa y justificación. 

Por eso aunque el Gobierno retirara la Reforma Tributaria y la de salud, anunciara educación universitaria gratuita para los estratos más vulnerables y subsidios para el empleo de los jóvenes, el paro no se levanta y continúan las protestas y los bloqueos. 

Al parecer hay una mixtura de sectores ideológicos que esperan el deterioro aún mayor de la economía, porque creen que entre más desempleados y pobres haya se tendrá un terreno más fértil para el discurso de odio y resentimiento. 

El Gobierno podrá ofrecer y ceder en muchos requerimientos y lamentablemente podría no conseguir levantar el paro. 

Sin lugar a dudas, el daño de este paro y los bloqueos para la economía es catastrófico. 

En el último mes el crecimiento económico del país fue negativo y el consumo de los hogares en mayo cayó un 12%. Todo ello sin contar los costos de la infraestructura dañada ni la caída en la confianza de los consumidores y seguramente lo más doloroso, la pérdida de inversión nacional y extranjera por aumento del riesgo país. 

Pero no habrá manera de recuperar la confianza y la inversión y reemprender la ruta del crecimiento y, por tanto, de la generación de empleo y la disminución de la pobreza si el Gobierno no garantiza orden y seguridad. 

Es preocupante e inaudita la pasividad del Gobierno, su confusión, su reacción tardía e insuficiente. El documento firmado por dos viceministros en Buenaventura es patológico. Sin visión de estado, cedieron al chantaje y entregaron a los delincuentes funciones gubernamentales, como reiteradamente lo ha manifestado el ex gobernador Luís Pérez. 

Mientras tanto, los ataques violentos y los bloqueos se mantienen en varias zonas del país. 

Con las reglas jurídicas vigentes es posible conjurar la crisis. Pero se necesitan liderazgo y decisión clara del alto gobierno. 

De manera que más que normas jurídicas excepcionales se necesita carácter y valor. 

La inmensa mayoría de colombianos son trabajadores, honestos y pacíficos, pero también silenciosos y a veces pasivos y temerosos. Son esas mayorías las que están resistiendo de manera heroica, no los vándalos y los que bloquean. El camino no puede ser otro que el de hacer respetar la Constitución y el estado de derecho, el de defender los derechos y libertades de todos, empezando por los que respetan la ley, el de combatir a los violentos y perseguir a los criminales, y el de asegurar que todos podamos trabajar sin poner en riesgo nuestras vidas, integridad y bienes. 

Si no empezamos por ahí, no seremos jamás una sociedad civilizada. 

¡Hay que gobernar pensando en el bien para Colombia!