
Por Claudia Posada
La República, periódico especializado en temas financieros, de circulación mixta en Colombia, editorializó sobre “El curioso caso de los menonitas en la Fiscalía”, poniéndonos con ello en modo alerta; necesaria respuesta a un asunto que ojalá produzca el eco pertinente y oportuno que, en cambio, para otros casos, son alarmas sin sentido. Dice el editorial que“En un juzgado de Puerto Gaitán, en el Meta, la Fiscalía General de la Nación decidió imputarles cargos a los líderes de la comunidad menonita por aprovechamiento de los recursos naturales renovables, daño en los recursos naturales e invasión de área de especial importancia ecológica”. (Negrilla original de la publicación) ¿Por qué y a quién en la Fiscalía le daría por imputarle cargos a esta comunidad en Colombia? Los menonitas son seguidores del líder holandés Menno Simons (1496-1561), una hermandad pacifista y ultra religiosa que ama la Tierra, la trabajan con asombroso entusiasmo y se alimentan de lo que cosechan; viven en un predio rural en Puerto Gaitán, Meta, adquirido legalmente; no le hacen daño a nadie, ni se meten en asuntos ajenos a ellos mismos.
Dice también el Editorial“Esa laboriosa comunidad menonita produce 200.000 toneladas de grano de maíz seco y unas 100.000 toneladas de soya en unas 15.000 hectáreas. Su productiva labor agropecuaria es ejemplo en el país y se ha convertido en un auténtico experimento social de cómo deben progresar los colectivos agrarios colombianos; son un verdadero ejemplo de trabajo rural en comunidad, que no tiene igual en Colombia”. Ajá, entonces aquí está “lo malo” de ellos: despiertan envidia; razón tenía el famoso Cochise, ciclista antioqueño, cuando dijo “En Colombia se mueren más de envidia que de cáncer”. Los antecedentes históricos de la presencia de los menonitas en Colombia los resume el editorial de La Republica, así: “Todo comenzó en 2016, cuando un puñado de pioneros del grupo religioso, famoso en el mundo por su actividad rural, compró en la vereda La Cristalina de ese municipio en el Meta grandes extensiones inexplotadas para instalarse con unas 200 familias llegadas de México y Canadá”. No hay que ser muy sagaz para adivinar que los acumuladores de tierras para “engorde” detestan a todos aquellos que los señalan por sus extensiones de tierras inexplotadas, pues según ellos, son meramente expresiones de los comunistas. Así las cosas, muy posiblemente los menonitas del Meta por el mero hecho de no llegar a Colombia para convertirse en latifundistas de engorde, sino en excelentes cultivadores de pancoger, estorban a ciertos propósitos contrarios; por lo que ahora los persiguen.
“En poco tiempo, no solo transformaron las tierras legalmente adquiridas, sino que empezaron a producir el volumen de cereales que tras décadas de habladurías nadie ha podido lograr; ni el municipio de Puerto Gaitán, ni la Gobernación del departamento, ni el mismo Ministerio de Agricultura han conseguido en su larga historia ese nivel de productividad y de aporte a la economía nacional. Y agrega el editorial: “Pagan en impuestos más de $15.000 millones, pero cuando las cosas funcionan, siempre atraen detractores gratuitos, enemigos cargados de envidia, politiqueros de oficio y vecinos finqueros improductivos, que por animadversión y nacionalismo dañino, les han empujado a los estrados judiciales para aburrirlos, quitarles las tierras que compraron legalmente y las hicieron producir con tecnología de punta y mucho trabajo, amparándose en amaños ambientalistas que carecen de todo sentido técnico y que pueden frustrar un gran experimento”. El Editorial de La República de este sábado 27 de julio, al leerlo en su totalidad, nos hace recobrar la credibilidad en los medios de comunicación tradicionales; éste, por ejemplo, se constituye en una pieza modelo de la labor periodística y testimonio importantísimo en la sociedad, del valioso rol que cumplen algunos medios que no han abandonado su responsabilidad y sus principios; máxime cuando las crisis sociales están trastocando los pilares fundamentales de la existencia común.
Es gratificante leer un texto que se inspira en el deber ser del oficio periodístico. Hay responsabilidad en el momento de expresar opiniones que van en plena sintonía con la línea editorial del medio, de ahí que éste no debería pasar desapercibido. Por mi parte lo exalto al retomar apartes de otros de sus párrafos (para no abusar de los lectores pasándolo íntegramente): “Si la Fiscalía General de la Nación, las corporaciones autónomas, las secretarías ambientales y el mismo Ministerio de Ambiente, de verdad cumplieran con su trabajo de hacer valer las leyes que protegen los recursos naturales, ríos, selvas y montañas, en todos los rincones del país, las cárceles estarían llenas, pues los parques nacionales han sido invadidos por colonos que destruyen ríos, bosques, predios de todos los colombianos; los resguardos indígenas no son productivos ni tienen planes ambientales o sostenibles (…) Es inaudito que la Fiscalía les impute cargos a los integrantes de la comunidad menonita por deforestación y daño ambiental, cuando tienen los papeles y licencias en regla”. (Negrilla del original)
Qué bueno sería tener instituciones tan diligentes para actuar como es debido contra los que se apoderan de tierras desplazando; es decir, obteniéndolas ilegalmente y en muchos casos con aterradora violencia.
Más historias
El de María Corina, un Nobel merecido
Crónica # 1226 del maestro Gardeazábal: Eurípides
Correspondencia con Cristóbal Colón