
Por Claudia Posada (Foto).
Dice información oficial, emitida desde Comunicaciones de la Alcaldía de Medellín, que será “Tecnología de punta, aliada clave en la apuesta de seguridad ciudadana de Medellín en el 2024”. Una buena noticia, desde luego; sin embargo, son tantísimas las malas con respecto a la inseguridad que amenaza de manera preocupante la tranquilidad de la ciudad que sigue estando entre las más importantes del país en cuanto a progreso y modernidad, que no es que nos emocione mucho la buena información pues la credibilidad en la gestión pública la perdimos hace rato. Que sea tecnología de punta el apoyo a las estrategias que buscan enfrentar la criminalidad, particularmente el hurto como el mayor azote a los ciudadanos de la capital antioqueña, es lo mínimo esperado. El presupuesto con el que aquí se cuenta es considerable, y hasta podría aprovecharse mucho mejor si se ajustara con mayor equidad a las prioridades que esperamos los ciudadanos. (En esto tiene mucho que ver Concejo y Administración). De ninguna manera quisiéramos que se invirtieran recursos tan significativos -como en la anterior administración de Federico Gutiérrez- en materas voluminosas, disminución en la amplitud de las vías y caprichos similares que ningún favor prestaron a la movilidad, por el contrario, ocasionaron perjuicios y esa platica se perdió.
Observamos la creciente criminalidad, las bandas, el microtráfico, la extorción, la agresividad en las vías y en escenarios de alta concurrencia; y en los últimos tiempos las expresiones de odio que perturban espacios de diversión e inclusive irrumpen en donde menos se espera para crear más miedo y zozobra; y en la misma medida la ciudad se va sintiendo acorralada y desprotegida. Nos damos aliento nosotros mismos los habitantes de la capital antioqueña, sosteniendo la caña de que Medellín es “La tacita de plata” pero lo cierto es que deberíamos reconocer que la “tacita” está bastante deteriorada, porque para resolver lo rota que está, hay que empezar por no cañar. Pasaron en estos días en un informe de televisión, las opiniones de algunas mujeres que son usuarias frecuentes del Metro las que manifestaron su temor al interior de este medio de transporte pues, según ellas, son victimas no solamente de robos sino también de los manoseos por parte de hombres que aprovechan el tumulto para satisfacer sus aberraciones. Si esta practica que comienza a verse en el Metro de la ciudad no se ataca prontamente, pasará lo mismo que con la “vacuna”: no se cortó a tiempo (existe hace años) y ahora las autoridades no tienen ningún control sobre ello.
Mientras se la pasan mirando cómo se atacan entre figuras públicas, tal vez más preocupados por la próxima aspiración política que les eleve el alcance de los tentáculos de poder; en vez de unir conocimientos, refrescar experiencias, conciliar tácticas, medir niveles de eficacia y trabajar con gente idónea, seguirán subiendo las cifras de criminalidad en nuestra ciudad, achacadas “al otro”. Ponerles nombre propio a los problemas, es la salida más fácil para sacudirse de toda responsabilidad. Medellín enfrenta crisis de distinta índole, y una de ellas es la de falta de credibilidad en la clase política; no es exclusiva de esta capital, en general no creemos en lo que hacen los políticos del país por nosotros. La confianza en la dirigencia se esfumó como resultado de sus engaños, el despilfarro del erario, la exposición mediática para darse “brillo” y el despropósito de sus ambiciones.
Según el contenido de la información publicada por Comunicaciones de la alcaldía de Medellín, mencionada arriba, podría deducirse que se está priorizando el asunto de la seguridad; en tal sentido reproducimos algunos párrafos pertinentes para que el seguimiento a la gestión del mandatario local vaya en sintonía con lo prometido: “En su administración, se destacan iniciativas como la creación de la Unidad contra el Atraco, partiendo de que el hurto es el principal delito cometido en la ciudad, la ampliación de los Frentes de Seguridad Ciudadana de la mano con la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, fuerza especializada contra la extorsión, el fortalecimiento de un sistema de justicia cercano al ciudadano, entre otros. Como resultado, la alcaldía resaltó la disminución del 18% en homicidios, de delitos de alto impacto e indicó que el distrito tiene la tasa de homicidios más baja en los últimos 40 años por el trabajo articulado de la oficialidad con la fuerza pública”. Y señalan también que: “Un elemento crucial para enfrentar este crimen ha sido la tecnología y es que Gutiérrez ha planteado trabajar en focos como el fortalecimiento de la línea 123, la creación de un sistema de alarmas comunitarias en puntos críticos y un modelo de botones de reacción para la consolidación de zonas seguras en la lucha contra el atraco, el hurto y la extorsión, entre otros”.
Nosotros los nacidos y criados en Medellín extrañamos muchas cosas buenas de la época de nuestra niñez, adolescencia y juventud. Los barrios eran muy arborizados, apacibles y seguros; tenían parques con columpios, mata culines y deslizaderos, a esos coloridos lugares podíamos ir con toda tranquilidad pues la policía infantil ofrecía confianza siempre prestos a cuidarnos armados con el bolillo al cinto. El cura párroco era muy cercano a los feligreses, a él acudían las señoras para oír los consejos del que era un guía espiritual y las chicas conformaban los coros para entonar los canticos de las misas dominicales. Ni riesgos pretender que la “Bella Villa” de hace treinta o cuarenta años sea algo parecido a cuando montábamos en patines o en bicicleta por las avenidas de caserones, ningún edificio de apartamentos y apenas algunas “Vespas” o “Lambretas”. No, ni montones de venteros ambulantes, pero sí un gran mercado centralizado en “El Pedrero” en donde, se dice, había que abrir muy bien los ojos porque al menor descuido le sacaban la plata de la cartera a la señora que estaba “elevada” regateando precios; es decir, también estaba centralizado el hurto callejero. Hay que aceptar que el aumento de la población obliga mayores compromisos; exige iniciativas, voluntad política y la habilidad de saberse rodear porque con el crecimiento de las ciudades aumentan las necesidades y llegan los problemas, por eso es difícil que gabinetes con mayoría de “bisoños” sea eficaz.
Otro párrafo que retomamos para que tengamos presentes las promesas que nos hacen, no sea que nos vayan a cambiar la seguridad por materas, dice: “Sin duda continuar implementando medidas de seguridad será fundamental para contribuir al crecimiento económico y la atractividad de la ciudad de Medellín. Este es uno de los caminos que la nueva alcaldía de la ciudad ha planteado y para ello la tecnología desempeñará un papel clave, ayudándole a las agencias de emergencias a tomar decisiones más acertadas y a reaccionar a tiempo cuando hay vidas en riesgo”.
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