24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Medidas desesperadas

Duque

Por Horacio Toro 

Desde el próximo 16 de noviembre los adultos estaremos obligados a prestar el carné de vacunación contra el COVID-19 para asistir a eventos públicos y más concretamente a “eventos presenciales de carácter público o privado que impliquen asistencia masiva…”  

El presidente Duque (foto), desde Paris, donde se encontraba trabajando intensamente, como es su costumbre, encargó a su hombre de confianza, el ministro del Interior, el septuagenario doctor Palacios y al ministro de Turismo, vaya analogía, para que suscribieran el decreto 1408 y así sumarse a otros inteligentes mandatarios como Nicolás Maduro que están en la misma línea.  

Lástima que haya sido tan corto el encuentro con su homólogo Biden para que lo hubiera ilustrado sabiendo que en los Estados Unidos aún no se ha implementado esta medida. 

Las razones del presidente Duque para ordenar esta atrocidad, según se lee en el citado decreto, son de una parte obtener la inmunidad de rebaño y de otra proteger a los vacunados de personas que no lo han hecho. Ambas metas loables, pero inútiles, como su mandato. 

Acá surgen un par de preguntas. Si la inmunidad de rebaño se logra cuando el 70% de la población tenga el esquema completo, según han dicho los propios presidentes Duque y Palacios, entonces ¿cómo se explica lo que está pasando en países como España, Francia, Inglaterra y Finlandia que ya pasaron ese porcentaje y siguen presentando miles de nuevos casos diariamente? O van a decir lo que dijo la inmunóloga alcaldesa de Bogotá, la señor(a) Claudia López quien dice que ahora la inmunidad debe ser el 90% según le reveló un estudio que hizo mercando en Carulla. 

Hay que recordarle al señor Claudia López que en Colombia se han aplicado 48.4 millones de dosis, eso equivale al 96,8% de la población. 

Las cifras del último mes indican que ha habido en el mundo 12 millones de nuevos casos y un poco más de 220.000 muertes por Covid-19 y eso que ya pasamos de los 7.200 millones de dosis aplicadas. Eso indica que la tal inmunidad de rebaño si llegará algún día, aún está muy lejos de suceder. El Covid-19 llegó para quedarse y la propia OMS está cerca, ya lo anunció, de incluir esta pandemia como otra más de las epidemias estacionales como la gripa y la influenza. 

El segundo interrogante es que si a un ciudadano a la entrada de un bar o un estadio, fiesta, supermercados o iglesia le piden el carné de vacunación, cómo van a saber que realmente corresponde a la persona que lo porta ya que el citado decreto no obliga a exhibir también la cédula y los papeles esos llamados carnés no llevan foto. Lo más seguro es que la iniciativa de los encargados de hacer cumplir esta orden, obligarán a presentar la identificación violando de paso no solo el decreto del presidente (E) Palacios y el ministro de turismo, sino que es una violación a los derechos fundamentales ya que el propio código de policía no lo exige y solo las autoridades con funciones judiciales están facultadas para exigirla. 

Es innegable que los señores presidentes (Duque-Palacios) no solo desean cuidar la vida de los ciudadanos sino reactivar la economía y ya lo mostraron al obviar la ley de garantías para que los alcaldes y gobernadores den un buen impulso de manera pulcra como lo saben hacer a los recursos públicos en las próximas contiendas electorales. Igual el presidente Duque está reactivando el turismo, así sea el propio, con sus constantes y fructíferos viajes al exterior. 

Sin embargo, cómo reactivar la economía dejando por fuera a dos millones de personas que aún no han recibido ni una sola de las mágicas vacunas. Es curioso, por decir lo menos, que haya tanto pánico a que personas no vacunadas infecten a los que ya obedecieron las sabias directrices presidenciales. Deja la impresión que las vacunas realmente no son tan efectivas y que tal vez solo sean un placebo para distraer a los juiciosos ciudadanos mientras sus acuciosos mandatarios ordenaban el gasto público.   

Esta lamentable medida se suma a otras tantas como la de vacunar niños de tres años y que solo muestran el desespero de un gobierno encartado con millones de vacunas para un Covid que ya se estabilizó y que hará parte de los demás coronavirus incluidos en plan obligatorio de salud de los colombianos.