
Por Darío Ruiz Gómez
Para celebrar la orden personal, ya que es solamente suya, del Presidente Petro, ordenando a nuestras Fuerzas Militares el cese de toda clase de asedio contra Calarcá y sus Disidencias, éstas colocaron en La Plata una moto bomba que mató dos personas y dejó decenas de heridos, dejándonos la certeza de que le ha sido concedido por parte “de la Justicia revolucionaria” el derecho a asesinar inocentes. Lo cual constituye una burla despiadada contra el derecho a la vida de todo ser humano y un acto explícito de terrorismo condenado de inmediato por un Derecho Universal que en Colombia no existe.
Sólo que en este caso Calarcá, Otty Patiño y demás miembros y miembras, tal como dicen ellas, de las nuevas “Juntas de verificación” son militantes de la misma filosofía que de una propuesta de revolución social – repitámoslo hasta la saciedad, terminó en el narcotráfico y el terrorismo, en continuas demostraciones de extrema crueldad sin que ningún juez ni ninguna ley ni divina ni humana logre y pueda detenerlos.
Este atentado infame ha tenido lugar en el día en que Cristo moría crucificado en una demostración de que todas las barreras que unía nuestra sociedad al imperio de la Ley han desaparecido por completo y quienes como yo profesamos el catolicismo, y los cristianos, la sociedad laica han entrado en la clandestinidad ya que como recordaba el gran Chesterton que nadie olvide que “al entrar a la iglesia los católicos nos quitamos el sombrero, pero no el cerebro”.
Hoy han quedado al descubierto los falsos mesías de la falsa Iglesia, los títeres políticos a los cuales solamente parece interesarles sus logros electoreros, la falsa justicia bostezante.
Recordaba Lucía Vallejo Rodríguez a propósito de un texto de Russel Kirk un más que notable pensador conservador, que “Así la persona prudente es aquella capaz de distinguir en cada situación, qué debe conservarse, qué merece protección y qué necesita ser reformado”. Ya que sin orden moral que sustente la política, el ser humano inevitablemente sucumbirá a la alienación.
¿Un planteamiento político frente a la malignidad de quienes consideran que la vida humana poco importa o la enérgica respuesta de una política que parta del rescate de los valores humanos para impedir que seamos dominados por asesinos despiadados y que sin capacidad de reacción nos deslicemos aún más hacia la alienación?
Tener fe es volver a contar con la conciencia de que lo humano es la imagen del Cristo que agoniza por amor a la humanidad. La sagrada metáfora de las catacumbas permanece hoy en el pecho del cristiano inocente, desconocido que en medio de la represión de la barbarie y la entronización política del Victimario lleva la luz a quien la espera en silencio.
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