
Por Henry Rodríguez Pimienta
Vocero Jericoanos con Visión
Justicia no es criminalización. En Jericó, como en cualquier rincón del país, todos tenemos derecho a vivir sin miedo. Derecho a caminar tranquilos por nuestras calles y veredas, a opinar sin ser señalados, a recibir visitantes sin temor a que sean interceptados por particulares que se creen con autoridad. Por eso, 50 personas —entre ellas campesinos, comerciantes, jóvenes, mujeres, adultos mayores y hasta turistas— decidieron levantar su voz. No para silenciar a nadie, sino para decir ¡basta! Basta de bloqueos, de amenazas, de retenciones ilegales disfrazadas de activismo.
También es necesario que la opinión pública conozca que estos 11 imputados no sólo han atropellado los derechos de otros jericoanos sino también de entidades como la Agencia Nacional de Minería, donde retuvieron a funcionarios; también de Corantioquia, Empresas Públicas de Jericó y de empresas de telecomunicaciones como Planet Colombia a quienes le vandalizaron una antena transmisora de internet.
Se ha querido vender la idea de que estas denuncias buscan criminalizar la protesta. Pero no es así. Protestar es un derecho, consagrado en la Constitución. Y cuando se ejerce con respeto y dentro del marco de la ley, nadie puede ni debe impedirlo. Pero otra cosa muy distinta es secuestrar a alguien, requisarlo sin ser autoridad, gritarle improperios por pensar diferente o cerrar caminos públicos por cuenta propia. Eso no es protesta. Eso es abuso.
La Fiscalía no imputa cargos por opinar o marchar en paz. Lo hace cuando se cometen delitos: secuestro simple, hurto, daño en bien ajeno, lesiones personales. Y no lo decimos nosotros, lo dicen los hechos denunciados por ciudadanos. No es una empresa, no es un actor externo, no es una jugada política. Son personas que viven aquí, que aman a Jericó, que han sido víctimas y que ahora exigen justicia.
Decir la verdad no es persecución. Hacer valer los derechos no es criminalizar. Las víctimas también tienen voz. Y su dolor, su indignación y su coraje de denunciar merecen respeto, no descalificación.
Defender el medio ambiente es legítimo y necesario. Pero no puede ser la excusa para violar los derechos de otros. No todo vale. No podemos normalizar la violencia con el argumento de que es “por una causa justa”. Si de verdad queremos un mejor Jericó, uno más justo y sostenible, debemos empezar por lo básico: respetarnos entre todos.
Hoy estas 50 personas nos recuerdan que la justicia es un derecho, no un privilegio. Que exigirla no es criminalizar a nadie, sino hacer que se cumpla la ley para todos por igual. Y que vivir sin miedo, en un pueblo como el nuestro, no puede seguir siendo un anhelo: debe ser una realidad.
Jericó, no sólo es conocido por su rica historia, cultura y tradiciones sino también por la convivencia pacífica y armoniosa entre los habitantes, esto es un reflejo de la fuerte identidad y sentido de comunidad que tenemos.
La paz y la sana convivencia son valores fundamentales para cualquier sociedad, y es inspirador ver cómo los jericoanos hemos logrado mantener estos valores a lo largo del tiempo.
Han llegado personas externas a provocar la discordia.
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