
Por Iván Guzmán
El Portal Valora Analitik, denuncia que de enero a agosto de 2024, en Colombia se han cerrado 170.803 empresas. La cifra es considerable, teniendo en cuenta que el año pasado, hasta septiembre, se habían cerrado 134.580 firmas. Es decir, al mes de agosto de 2024, ya se ha superado por mucho ese dato.
En contraste, dice la tercera entrega del estudio de Informa Colombia, que “entre enero y agosto de 2024 se han creado solo 126.139 nuevas empresas en Colombia. Preocupa que la dinámica actual disminuyó 31 % en comparación con el mismo periodo del año anterior y la insolvencia de las compañías sigue aumentando.
De acuerdo con la Ley 905 de 2004, que clasifica las empresas según su tamaño y en función de los empleados, se observa que en el año corrido las microempresas son las más afectadas con 167.266, lo que representa un incremento de 31 %, frente al mismo periodo de 2023. Los expertos explican que, dado que Colombia es un país con la mayor parte del tejido empresarial compuesto por pymes, es normal que la mayoría de cierres se registren en este renglón”. No obstante, afirma que “es sorprendente el alza que han tenido grandes compañías cerrando (24%) con ejemplos como los de Vehículos del Camino, Agrícola del Caribe, Simoniz, Mercadeo y Moda”.
La disminución del 31 % en creación de empresas ha afectado a la mayoría de los departamentos de Colombia, con énfasis especial en regiones como Norte de Santander (-48 %), Cundinamarca (-45 %) y Caldas (-39 %). Como estas, Antioquia (36 %), Valle del Cauca (25 %) y Atlántico (20 %) también experimentaron reducciones. En Bogotá, a diferencia de las anteriores, la caída fue menor (-16 %).
Al mirar el comportamiento por sectores, Informa Colombia mostró que “la mayor caída fue registrada por el macro sector de la agricultura, la ganadería y la caza, que se redujo 37%, pasando de 3.547 a 2.246 empresas. Construcción, por su parte, sufrió una disminución de 27%, surgiendo una desaceleración en proyectos e inversión inmobiliaria.
En contraste con la creación de empresas, el cierre de compañías en Colombia sí estuvo impulsado entre enero y agosto de este año por Bogotá, con 57.198 registros. En segundo lugar aparece Valle del Cauca (21.627) y Antioquia (22.343).
El sector de comercio al por mayor lidera los cierres, con 63.306 empresas, especialmente en Bogotá y Antioquia. El sector de alojamiento y servicios de comida también estuvo muy afectado, con 27.794 empresas. Por su parte, las industrias manufactureras registraron 17.184 cierres”.
Es notable el que Antioquia aparezca entre los departamentos más afectados por el cierre de empresas. No es secreto que este panorama aterrador para los antioqueños empezó con la guerra sistemática que el gobierno de Daniel Quintero y todo su aparato publicitario y de comunicaciones desató contra el sector empresarial antioqueño en el cuatrienio de su alcaldía, llegando a calificativos de “mafiosos”.
El dato de cierre de empresas en Antioquia y Colombia entera no es menor, si tenemos en cuenta que en la cámara de representantes acaba de aprobarse una reforma laboral disfrazada de progresista, que no resuelve el problema de desempleo y menos desestimula la rata de cierre de empresas, pues es claro que su única intención real es atraer trabajadores incautos y construir una narrativa de un gobierno que trabaja por la gente. Es claro que dicha reforma es maniquea en su mensaje de bienestar al país y a los trabajadores, apareciendo estos últimos como beneficiados, a sabiendas de que, en poco tiempo, miles de ellos serán lanzados a la calle, sumados al 60 % de los colombianos en la informalidad, y a los 3 millones de colombianos sin empleo que registra el DANE, por la sencilla razón que las empresas no podrán soportar la carga impositiva, salarial y pensional que la reforma le impone al empresario y a las Pymes.
Súmele al oscuro panorama, la quiebra provocada al sector energético del país, empezando por el descalabro productivo, reputacional y financiero que sufre Ecopetrol (antes de este gobierno, la empresa insignia de los colombianos), que nos arrodillará energéticamente ante el petróleo y el gas venezolano.
Panorama desolador el que tenemos. Pero, parece, para las huestes petristas significa el frotarse las manos, porque saben que, aceleradamente, empobrecen al país, sometiéndole así a la “caridad del gobierno”, representada en subsidios para miles de desempleados, “viejas”, “viejos”, indígenas, jóvenes, desplazados, “empobrecidas y empobrecidos”, delincuentes, venezolanos, y todo aquel que el atrofiado aparato productivo bote a la calle.
El fin de todo gobierno debería ser el lograr bienestar para la población, sin miramientos de partido, color, condición social o religión; lamentablemente, el gobierno Petro se convirtió en una máquina de hacer pobres. A este tenor, me encontré una frase lapidaria y cierta:
“El empresario no necesita pobres. El empresario vende bienes y servicios; y para eso necesita que el pobre deje de ser pobre y consuma más y mejor. Los productos más caros son siempre los más rentables.
El político sí necesita pobres. El político no vende ni bienes ni servicios. Vende ilusiones; y un pobre con hambre se ilusiona mucho más fácil que un individuo empoderado que no lo necesita”.
Parece que esta pobreza, es la clave en tiranías como la venezolana, la cubana y la nicaragüense.
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