20 septiembre, 2025

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Mamá, amar, amor, amigo y amistad

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Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

«Amen. Ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros» — 1 Juan 4:11.
Para referirse a la mamá, los niños la llaman así en distintas lenguas: mom (inglés), maman (francés), mama (turco, ruso, alemán y japonés), māmā (chino), mamma (italiano), mae (portugués), mái (tailandés). O sea, existe un lenguaje universal entre los niños para llamar a su madre. El vínculo hijo – madre está definido de manera indeleble desde el nacimiento (o antes) por una relación de amor. Con frecuencia, en castellano se les escucha decir «amá», como si fuese el imperativo del verbo amar, demarcando desde el inicio de la vida la orden natural para un vínculo de amor imperecedero entre madre e hijo.

No podía ser de otra manera. El voquible «amor» por etimología tiene a «am», con el significado de «madre» conectado con la palabra «amma», que corresponde, en todas las lenguas mencionadas, al llamado del niño a su progenitora. Del término «am», con el significado mencionado, llegó al latín para formar la palabra «amor», y también «amare» para comunicar el sentimiento de amor.  O sea, «amor» y «madre» esconden alguna forma afectuosa de requerida redundancia. (https://shorturl.at/AsTtz).

Pero, es interesante resaltar una redundancia mucho más amplia, ya que de «amare» se derivan los sustantivos «amigo» y «amistad»; de donde debe inferirse que «madre», «amor», «amar», «amigo» y «amistad» encierran un círculo recorrido por la sublime pulsión humana de querer, ser querido, apreciar y ser apreciado, con desprendimiento y sin mórbido interés.  (https://shorturl.at/AsTtz). Si bien en inglés se escribe «love», la palabra amor dio origen a muchas e otras en ese idioma: amorous (amoroso), amiable (amable), amicable (amigable), amity (amistad), enamored (enamorado), amatory (amatorio). Además, los diccionarios de inglés Merriam – Webster y Oxford contienen los sustantivos «amour» (un galicismo) y «amigo» (como castellanismo).

En diversos países, para expresar los sentimientos de afecto, de amor y de amistad hacia los demás, se celebra algún día especial. El más conocido es el de San Valentín, el 14 de febrero de cada año. Este se celebra en 20 países, como Estados Unidos, Arabia Saudita, Sudán, Bangladesh, Pakistán, Francia, Japón, Mauritania, España, Alemania, y en las Américas, Venezuela, Panamá, Paraguay, Honduras, Cuba, Chile y otros. En Bolivia ese día se corresponde con el solsticio de primavera en el hemisferio sur, o sea el 21 de septiembre, bajo la construcción algo poética de que con la primavera brotan las flores que representan la vida y también el amor. En el lenguaje común y corriente se habla del día de los enamorados, o del día de los novios; en uno y otro caso, se omite la amistad.

El Día de San Valentín no se denomina día de los novios o de amor y amistad. Su nombre tiene un origen histórico curioso que se remonta unos 1700 años atrás, cuando el emperador romano Claudio II prohibió que los jóvenes se casaran, ya que los solteros eran mejores soldados. Los jóvenes, repletos de pulsión amorosa, quedaron en la encrucijada de escoger entre el amor y la guerra; muchos escogieron el amor y desafiaron el mandato del emperador. En mitad de abundante disidencia surgió un sacerdote de nombre Valentín, quien empezó a casarlos en secreto; con el tiempo fue descubierto y el 14 de febrero del año 270 después de Cristo murió apedreado, golpeado y decapitado. (https://shorturl.at/77hEK).  Como sucede con el Halloween, muchos piensan que el «Día de San Valentín» es una invención reciente de los estadounidenses; la celebración del 14 de febrero, como el día del amor romántico, empezó en la Edad Media.

Es  una omisión poco perdonable que el día de tal celebración, en mitad de las palpitaciones lúbricas de sus corazones, los enamorados no se acuerdan del pobre sacrificado Valentín quien, con enriquecida  valentía desafió a un emperador para darle gusto a los corazones ardientes de jóvenes que deseaban celebrar la unión marital acompañado de un semidiós, de nombre Himeneo, convencidos de que, con el flechazo que habían recibido del dios Eros, se casarían y vivirían felices por siempre, comiendo perdices, como bien se recogería después en tantos relatos presididos por mágicas hadas madrinas.

Entre los griegos antiguos existió un semidiós del matrimonio, de las canciones nupciales y de las fiestas matrimoniales; este semidiós fue hijo, entre otras versiones, de Dionisio (Dios del vino y del éxtasis) y Afrodita (diosa del amor). Su nombre fue Himeneo o Himen. Era representado como un joven apuesto con una corona de flores para representar la belleza del acontecimiento. En las ceremonias nupciales se cantaban himnos de alegría como invocación a la felicidad de los contrayentes; tales himnos se denominaron cantos del «himeneo», igual que el nombre de la deidad del matrimonio. Se puede observar que el himen, como parte de la fisiología íntima femenina, que en griego significa membrana, toma el nombre del semidiós del matrimonio; su ruptura pasó a significar la consumación del matrimonio y la superación de la virginidad. (https://shorturl.at/8IiPu).

El amor, la amistad, el afecto, las loas a la vida y a la felicidad se han expresado, por centurias, con las flores, ya que por su belleza y dulce fragancia se asocian con las emociones de cariño que desean expresar los seres humanos. Como algunos pueden carecer del lenguaje para expresar la intensidad de sus sentimientos amorosos, prefieren que una flor hable por ellos; dirán que vale más una flor que mil palabras imprecisas, superfluas o huérfanas de significado. Usualmente, no está en la mente, ni en la intención de los que enamoran o comunican sus sentimientos de afectos con la flor, el hecho cierto de que se marchita en corto tiempo y que, por tanto, también podría reflejar la inestabilidad o debilidad de los mismos sentimientos y compromisos amorosos; pero, la naturaleza siempre tiene a disposición del amante una nueva flor, para reverdecidos amores.

Así, los que aman con el corazón henchido de pasión y con jardín en la mano, recurren a las rosas, que son atemporales como el amor, nunca pasan de moda y son, por antonomasia, el símbolo magnificente del amor.  A otras flores se les atribuye ser mensajeras de secretos a voces: Los tulipanes transmiten una sensación de amor tierno y afectuoso; las orquídeas, con su diversidad, la riqueza de las manifestaciones del amor y de las vivencias vitales del amante; los claveles blancos para resaltar el amor puro, duradero e inquebrantable; las margaritas, de modesta belleza, invocan la discreción, la inocencia y la pureza, mientras que las azaleas representan el amor apasionado e intenso. La naturaleza, tan pródiga y generosa, no lo niega una flor a nadie, a ningún amante. (https://shorturl.at/7svXLhttps://shorturl.at/m63mJ).

Raphael en una bella canción – poema cantó: Si percibes/ el llanto más callado/, si percibes/ el roce de unas manos/, es que estás/ enamorado, enamorado/. Estar enamorado es/ descubrir lo bella que es la vida/; estar enamorado es/ confundir la noche con los días. Pero, hay algo de fragilidad en el estado de enamoramiento, lo cual es una condición algo más biológica que espiritual, más pulsional que amor genuino. Bien ha sido resaltado que no es lo mismo estar enamorado que amar; son dos niveles distintos de deseo y afecto. La condición del enamorado está regida, como se anotó, por pulsiones biológicas, mientras que la del amor se asienta sobre las bases más sólidas de la espiritualidad humana. Tal vez por esa razón, el muy reconocido y destacado escritor Manuel Mejía Vallejo, seguramente refiriéndose más al enamoramiento, señaló que «el amor eterno dura más o menos cuatro meses». Además, para él: Amor es algo que un día/ llegará a nuestra morada, / o es una cosa pasada/ que siempre asoma tardía. / Nadie forme algarabía/ con su amar y su olvidar;/ uno y otro ha de pasar/ como si fueran inmunes: / si toda la vida es lunes, /no hay domingo que guardar/. (https://shorturl.at/t4675).

Con mayor profundidad y con mensaje clarificador sobre el enamoramiento, el también destacado escritor Alberto Linero afirma que: «Amar es ganarlo todo,  porque el amor es la mayor enseñanza cristiana que debemos acoger y aplicar a diario»; expresa este autor en su libro «Si estás enamorado NO te cases, y si estás casado, no dejes de amar», la diferencia entre el enamoramiento y el amor: Una cosa es estar enamorado y otra es amar, y si el enamoramiento no se transforma en amor seguro, dura poco y cae vencido por la angustiante rutina de la cotidianidad». . (El libro se puede adquirir aquí: (https://www.albertolinerogo.com/tienda/page/2/).