19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Luis Carlos Galán: ¡ÚNICO!

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Ese 18 de agosto de 1989 cuando a Luis Carlos Galán, mal herido, lo llevaban a recibir atención urgente, los colombianos teníamos todavía -como se demostró en ese entonces- capacidad de asombro. Anhelábamos profundamente que sobreviviera. El anuncio de su fallecimiento horas después, nos derrumbó y derrumbó a la Colombia esperanzada. De aquella fecha a hoy se ha derramado mucha sangre en Colombia, e ignorado tristemente; tanto así, que pareciera como si nos hubieren sellado el corazón con efecto teflón. Es pasmosa la indiferencia ante tanto crimen.  

En las recientes manifestaciones  -las que fueron interpretadas de manera prosaica por muchos que no aceptaron las motivaciones legitimas que inundaron las calles, incapaces de separarlas de la barbarie pagada- todos observamos que enarbolaron la bandera colombiana con el rojo por encima del amarillo,  la intensión (así lo creemos) era recordarnos “la sangre derramada…” la de otros colombianos valientes tan valiosos como aquellos que inspiraron el  origen de nuestro pabellón, insignia nacional desde 1806; pero no se entendió de esa manera. Apenas sí les dio para rasgarse las vestiduras.  

El Nuevo Liberalismo recuperó su personería jurídica y a ello le siguen otros pasos que consoliden las condiciones para poder, por ejemplo, entregar avales; pero parece ser que se repite la historia de hace treinta años cuando el mismo Luis Carlos Galán, tuvo que entregar la personería del partido que él creó, para poder defender sus tesis y programa al interior del Partido Liberal. Preveía la derrota que le propinarían si no se daba la unión con el oficialismo de las toldas rojas. Hoy como siempre -y así lo será por siempre- no faltan quienes al ver amenazadas sus aspiraciones, recurren a talanqueras, el odioso juego que padeció Galán. 

Tampoco faltan los reparos a sus hijos; ciertos o no, son los valores y principios en el marco del ideario que supo transmitir el candidato a quien le frustraron su programa de gobierno, lo llamado a revivir. Imposible no reconocer que sus hijos conservan el deseo de ver cumplido los sueños de su padre y seguirán luchando por ello, pero Luis Carlos Galán Sarmiento es único, sin duda alguna. No hemos conocido candidato o gobernante que se le parezca, ni lo conoceremos mientras los ideales políticos sucumban ante las mafias y demás pestes que envilecen y corrompen para alcanzar el poder, u ostentándolo.