28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Luctuoso cronograma

Por Rodrigo Pareja 

De fracaso en fracaso hasta el fracaso final, parece ser la consigna adoptada por los despalomados dirigentes de fútbol colombiano, quienes ahora — sin el aliciente de la robusta boletería disponible para ser revendida — parecen no encontrar el camino más adecuado para sacar avante su tarea. 

Así se desprende de la soterrada campaña emprendida por algunos de ellos para encaramar en la cúspide de la dirección técnica del equipo nacional, a un fracasado de la actualidad, como es el embaucador, Juan Carlos Osorio. 

Nueve goles en contra por uno a favor en los dos últimos partidos, en lo que constituye el más vergonzoso papelón representado por el futbol colombiano en los últimos cincuenta años, pretenden enmascararlo estos otros desvergonzados con un entrenador como Osorio. 

Claro que este llegaría al combinado nacional prevalido de los sucios pergaminos alcanzados este año en el Atlético Nacional, un equipo con algún nombre que Osorio no alcanzó a sepultar definitivamente con sus inventos y las pendejadas que aplicó un día sí y otro también. 

Y ahora los expertos en esa boletería que ya no tendrán para revender y obtener unas sucias ganancias, pretenden entronizar para infortunio definitivo del futbol colombiano a Juan Carlos Osorio al frente de la dirección técnica. 

Solo baste imaginar una cosa para comprender de qué tamaño será la catástrofe que por cuenta de estos individuos que se dicen dirigentes, sobrevendrá al final de de  la quinta fecha de las eliminatorias: Brasil ganador en Barranquilla por otros tres, cuatro, cinco o seis goles, y Juan Carlos Osorio hablando sandeces y pendejadas por los micrófonos de Caracol, eso sí, avalado por Javier Hernández y Abel Aguilar.  

Los jugadores agarrados a trompadas en el “Romelio Martínez”, la “dirigencia” negociando otra indemnización y pagando más multas por su indelicadeza, y el fútbol colombiano en la sima, pero con S mayúscula. 

Un clavo saca otro clavo dice el vulgo en la calle, pero con esa misma lógica de centavo no puede pensarse que un fracasado es remedio adecuado para un fracaso como el que vive ahora el balompíé de este país. 

Si le quedó grande Nacional en este insoportable y mediocre escenario doméstico, que Osorio se rebusque por los lados de Águila, Fortaleza, Patriotas o cualquier otro de esa especie, pero por favor, absténgase del atrevimiento de la selección colombiana.  

De fracaso en fracaso hasta el fracaso final, parece ser la consigna adoptada por los despalomados dirigentes de fútbol colombiano, quienes ahora — sin el aliciente de la robusta boletería disponible para ser revendida — parecen no encontrar el camino más adecuado para sacar avante su tarea. 

Así se desprende de la soterrada campaña emprendida por algunos de ellos para encaramar en la cúspide de la dirección técnica del equipo nacional, a un fracasado de la actualidad, como es el embaucador, Juan Carlos Osorio. 

Nueve goles en contra por uno a favor en los dos últimos partidos, en lo que constituye el más vergonzoso papelón representado por el futbol colombiano en los últimos cincuenta años, pretenden enmascararlo estos otros desvergonzados con un entrenador como Osorio. 

Claro que este llegaría al combinado nacional prevalido de los sucios pergaminos alcanzados este año en el Atlético Nacional, un equipo con algún nombre que Osorio no alcanzó a sepultar definitivamente con sus inventos y las pendejadas que aplicó un día sí y otro también. 

Y ahora los expertos en esa boletería que ya no tendrán para revender y obtener unas sucias ganancias, pretenden entronizar para infortunio definitivo del futbol colombiano a Juan Carlos Osorio al frente de la dirección técnica. 

Solo baste imaginar una cosa para comprender de qué tamaño será la catástrofe que por cuenta de estos individuos que se dicen dirigentes, sobrevendrá al final de de la quinta fecha de las eliminatorias: Brasil ganador en Barranquilla por otros tres, cuatro, cinco o seis goles, y Juan Carlos Osorio hablando sandeces y pendejadas por los micrófonos de Caracol, eso sí, avalado por Javier Hernández y Abel Aguilar.  

Los jugadores agarrados a trompadas en el “Romelio Martínez”, la “dirigencia” negociando otra indemnización y pagando más multas por su indelicadeza, y el fútbol colombiano en la sima, pero con S mayúscula. 

Un clavo saca otro clavo dice el vulgo en la calle, pero con esa misma lógica de centavo no puede pensarse que un fracasado es remedio adecuado para un fracaso como el que vive ahora el balompíé de este país. 

Si le quedó grande Nacional en este insoportable y mediocre escenario doméstico, que Osorio se rebusque por los lados de Águila, Fortaleza, Patriotas o cualquier otro de esa especie, pero por favor, absténgase del atrevimiento de la selección colombiana.