19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Los “vivos” de siempre aprovechan

Por Claudia Posada

Algunas puerilidades de la vida pública, por obra y gracia del instinto malvado, trascienden hasta el punto de llevarlas a la Fiscalía, en donde inclusive les suman alas para elevarlas a niveles inauditos en ciertos casos, según expertos y el mismo sentido común que no necesita academia; pero la ignominia les pone vuelo que no ameritan.

¡Que desatino! Representantes de la ciudadanía  -que más parecen delegados de algún sector político- presentan denuncias insólitas que llegan a la Corte Suprema de Justicia envueltas en papel de veedores.

Tal es el caso contra  la senadora Angélica Lozano quien estuvo mercando en compañía de su esposa la alcaldesa de Bogotá Claudia López. Ese pequeño  placer de ir al supermercado con la pareja está restringido, obviamente porque una de las tendencias a controlar por estos días de pandemia, es el número de personas en recintos abiertos al público, encerrados como  espacios con límites de movilidad; en consecuencia, ellas fueron sancionadas con multa, la misma que pagaron pues trasgredieron una medida temporal.

¿Por qué entonces toda esa parafernalia? Inclusive -y esto definitivamente sí clasifica entre lo más absurdo- se asevera que el denunciante solicitó  indagar por la orientación sexual de la Senadora Lozano, con el fin de que se determinara cuál de las dos era la autorizada para salir a mercar en día par.

No nos hemos enterado que hayan llevado a la Fiscalía, y menos a instancias superiores, un sinnúmero de casos sucedidos a través del tiempo; como por ejemplo, el uso de bienes oficiales puestos al servicio de personas que no ocupan los respectivos cargos facultados  en las nóminas de funcionarios del gobierno, o en las de servidores con rangos plenos de benéficos cargados al erario; esto significa entonces que, o está permitido en los manuales de funciones usufructuar libremente los bienes a cargo, o se impusieron como normales tales prácticas, siendo irregularidades  como tantas otras que se pasan por el bigote.

Los ejemplos de los abusos del poder son incontables, pero todo eso está soterradamente permitido. En algunas redes de veedores, así como en muchas juntas de acción comunal, organismos creados y reglamentados para servirles por igual a todos los ciudadanos, es decir, sin discriminaciones, se hace evidente el criterio infame con el que seleccionan  destinatarios de favores y de odios, particularmente en circunstancias como las que padecemos hoy cuando lo cotidiano se sale de todo calculo; así que los “vivos” de siempre, aprovechan.

En distintas regiones de nuestro país, se han descubierto procedimientos tan censurables como la malversación, el fraude, el escamoteo, y acciones similares; lo que ha existido siempre, aunque más notorio ahora por el estado de emergencia sanitaria y social.

O sea que, mientras profesionales de la salud, auxiliares y demás trabajadores de este sector, así como especialistas de distintas ramas de la medicina asisten a los pacientes, o están encerrados largas y agotadoras horas en un laboratorio buscando las respuestas urgentes para el agobiante mal que azota al mundo, la indisciplina social alardea inmunidad y las mentes corruptas cacarean bondad.

Los recursos que disponen el gobierno nacional y los entes territoriales, puestos en manos de quienes gozan de confianza institucional, incontables veces se funden en los bolsillos de aquellos pillos ocultos en los procesos adjudicatarios.

Y mientras tanto veedores, tanto particulares como gubernamentales, se ocupan de las pantomimas que son cortinas de humo, queriendo obligar a las instancias, cuyo rol está por fuera de las manipulaciones ejecutivas y legislativas, a que se ocupen de sandeces.