La cultura política hace mejor a los hombres. Conocer los resortes emocionales, la simulación de una sabiduría puesta al servicio de un personaje, la experiencia sabida en la administración de la “cosa pública”, proceder de manera civilizada en escenarios donde estén los competidores o contradictores, los aliados o los mismos compañeros de partido, construir desde el disenso un pensamiento crítico dialogante. Al fin, una militancia partidaria es una distinción de pertenecer a una organización que trabaja por mejorar las condiciones de vida del pueblo, en general, como meta cuya aplicación práctica sea el ejercicio del poder.
La politología no solo es hacer pronóstico sobre los resultados electorales o desentrañar las tendencias de los planes de desarrollo. Es el conocimiento puesto al servicio de una ciudadanía para despertarle su sensibilidad en la lucha por unos ideales de la comunidad, lucha que es pacífica y por lo tanto los métodos y tareas son pacíficos. (Lea la columna).
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