Por Francisco Becerra (Foto)
Las nuevas encuestas muestran lo que desde hace rato se percibe: Un candidato único de izquierda con su conocido 30%, que es su techo para primera vuelta; la derecha lleva como cabeza a Abelardo con un 20% y el centro a Fajardo con su estable 15%.
Como quien dice que, con las divisiones egocéntricas de la derecha y el centro, ya tenemos un candidato elegido para la segunda vuelta, que es Cepeda.
El problema está en que la derecha y el centro tienen odios irredentos, lo que hace previsible que permitan que parte de ese electorado, que sumado es por lo menos el 65% (derecha + centro), termine prefiriendo votar por el de izquierda, como sucedió entre Petro y Rodolfo. Todos sabemos que esos votos salieron del centro.
Presiento que la derecha se alinea con Abelardo y el centro con Fajardo. Si gana Abelardo la primera vuelta, gran parte de los votos de Fajardo prefiere votar por Cepeda.
Si gana Fajardo y pasa a la segunda vuelta, una buena parte de la derecha se abstiene y eso favorece a Cepeda. Es decir, nos sigue llevando el putas de Aguadas. El odio prevalece sobre las necesidades de la patria.
Ya la izquierda conoce el talón de Aquiles del país, que es el odio profundo de las tendencias de centro-derecha. El uribismo odia a Santos tanto o igual que a Petro y que a Cepeda. Por eso incentiva las candidaturas como la de Abelardo, que anuncia a grito herido que no tratará con nada que huela a Santos. Lo mismo que dijo Fajardo: No haré tratos con Abelardo.
Este nudo ciego no lo destraba nadie. Solo el milagro de la aparición de un candidato que no esté metido en medio de los odios del centro y la derecha, y eso lo veo casi imposible.
Entonces llegaremos a la segunda vuelta con un Cepeda fortalecido por la unión sólida de la izquierda y otro (Abelardo o Fajardo) con un fraccionado electorado por los odios centro-derecha.
Esto sin duda asegura una muy reñida elección, con mucha posibilidad de que vuelva a ganar el petrismo. Dura realidad que hay que decirla desde ya.
No hay que llamarse a engaños, este país, que le da perdón y olvido a los alzados en armas, no tiene capacidad siquiera de amnistía entre amigos de Santos y Uribe. Somos así y no vamos a cambiar. No tenemos idiosincrasia, tenemos ODIOsincrasia.
Ñapa: El show en que se convirtió el rol de Miguel Uribe, padre, con sus aspiraciones, ya raya con lo ridículo. Dejando muy mal parado al Centro Democrático, que —sin confirmar, por versión de Abelardo— sacaron a patadas de la consulta a Miguel U. Ahora dice el expulsado que él nunca le dijo a Abelardo que lo iba a acompañar. ¿Quién miente? ¡Averígualo, Vargas!!
Ñapita: ¿Sabe usted dónde está Maduro en este momento?
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