
Por Francisco Becerra (Foto)
Vietnam no deja de darnos sorpresas y por eso se ha convertido en el lugar preferido de los turistas asiáticos. Los chinos, malayos, filipinos, hindúes y japoneses vienen a esta nación por sus playas, sus bellezas naturales y a comerciar, porque es supremamente bonito y económico.
Los hoteles, por ejemplo, de 5 estrellas no pasan de 50 dólares y los taxis, máximo, 5 dólares.
El país está dividido en tres sectores bien definidos: al norte, Hanoi, que es un lugar más tradicional, lleno de comercio, tiendas callejeras e historia revolucionaria. Al centro, Hoi Nan, un sitio tranquilo donde las personas salen de noche a pasear en canoas adornadas con faroles y a conversar en la calle. Al sur, la bulliciosa y vertiginosa Saigón, donde se encuentra de todo menos silencio: sus 10 millones de motos no cesan de pitar.
Cerca a Hoi Nan están construyendo una especie de Disney vietnamita. A 1500 metros de altura, por medio de 8 líneas de teleféricos, se asciende a la “Francia Medieval”, llena de réplicas de castillos que son hoteles, tiendas de marca, todo tipo de restaurantes, montaña rusa y juegos mecánicos, acompañados de una imagen de 30 metros de la cabeza de Buda y el ya famoso puente cuyas bases son unas manos humanas hechas en cemento. Ideal para vacacionar con niños. Tiene la ventaja de que no hace calor.
Resulta singular la forma como los vietnamitas hablan de su gobierno comunista. En el norte son muy patrióticos, hablan con gran orgullo de la revolución, aunque viven como cualquier país capitalista: el que no trabaja no come. En el centro y el sur, nadie sabe quién es el presidente ni los jefes del partido comunista: solo se busca subsistir para honrar a la familia. La religión y la política es la familia, y alrededor de eso gira su vida.
El problema aquí es que el peso de la maleta no alcanza para llevar todo lo que es supremamente barato y bueno. “No somos como los chinos, que hacen cosas ordinarias, las nuestras son de calidad”, se ufanan con razón los vietnamitas.
Ñapa: En Vietnam la gente repite esta frase con mucha frecuencia: “Debemos olvidar los odios de la guerra para poder progresar. Honramos a nuestros muertos trabajando para mejorar y no para estar anclados en cosas que ya pasaron”.
Ñapita: Si no tiene capacidad de caminar, no venga a Vietnam. Aquí la gente camina más que un vendedor de lotería venezolano. (Opinión).
Sígueme en Facebook:
https://www.facebook.com/Susurros-de-Kico-Becerra-102919258686903
Sígueme en X (Twitter):
https://twitter.com/manuelfbecerra?s=11&t=Rmbv8CnCrpwi5qdyuP0L9w
También en:
Supernoticias • Juanpaz • Calitv • CNC+ • Oye Cali • News Full Cali • Caliweb.
Más historias
Vistazo a los hechos: Petro, luz en Gaza, oscuridad en Colombia
Contracorriente: El renacer de los Encuentros de Dirigentes del Occidente Antioqueño
¿Desaparecerá la Web con la IA?