
Por Francisco Becerra (Foto)
¿Justicia o fanatismo? Hágase esta pregunta y sabrá si ya perdió el juicio.
No hace falta leer el expediente, ni entender los códigos, ni saber quién fue testigo de quién. Aquí lo que sirve es una sola pregunta para saber si usted ya cruzó la frontera entre tener opinión y estar en una secta.
La pregunta es:
• Si en segunda instancia condenan otra vez a Álvaro Uribe, ¿usted cree que el fallo es justo?
• Si en segunda instancia lo absuelven, ¿eso también le parece justo?
Si ya tiene las dos respuestas listas —una sí y una no— antes de que salga el fallo, bienvenido: usted no cree en la justicia, usted pertenece a una religión. Uribista o antiuribista, da igual, porque en ambas iglesias lo que sobra es fe ciega y lo que falta es neurona con sentido crítico.
Aquí la justicia ya no importa. Importa el resultado que se acomode al hígado: si lo condenan, es víctima; si lo absuelven, es el diablo disfrazado de abogado; y viceversa.
En el fondo, lo que esta pregunta desnuda no es la verdad sobre Uribe, sino la patética verdad sobre nosotros: Que preferimos un dictamen que nos dé la razón a uno que busque la verdad. Que la justicia solo nos sirve si huele a venganza, o a redención, según el altar en que recemos.
Y a este paso, mejor no gastar más plata en jueces ni en cortes. Convirtamos la Corte Suprema en un reality: el que más grite, más trine, más insulte, gana. Total, ya perdimos el juicio… y ni cuenta nos dimos.
Ñapa: ¿Cómo se sentirán los alumnos de la Universidad de Lanús, en Argentina, que un profesor emérito escribe “Hemerito” con h?
Ñapita: Orgullosos debemos estar por el subcampeonato de la selección femenina de fútbol. Qué bueno sentir que podemos estar siempre en la lucha por conquistar grandes triunfos deportivos, como lo han demostrado nuestras jugadoras de fútbol en todas las categorías.
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