
Por Francisco Becerra
Que nos crean ingenuos, pero no idiotas. Ya produce rabia que los representantes del actual régimen que nos gobierna nos traten como tarados mentales.
Que el Presidente de Ecopetrol presente un balance de pérdidas de la más importante empresa de la nación y nos diga que va muy bien porque trasladó más dinero que nunca al gobierno para que se lo gaste, es una brutalidad monumental, que en otro gobierno le hubiera costado el puesto.
¿Cómo se nos va a decir que está muy bien esa empresa si su acción bajó de $2800 a $1700? Una empresa que se da el *lujo* de frenar la búsqueda de gas para tener que importarlo de Venezuela, no puede decir que está bien manejada.
Es claro que la profunda e íntima amistad de Petro con el actual presidente de Ecopetrol viene de bien atrás, y que Roa fue fundamental para manejar los dineros de la campaña, lo que no lo hace buen gerente de la estatal petrolera. Eso no lo digo yo, lo dice la USO, sindicato que apoyó con recursos económicos a la campaña presidencial.
Dejar la exploración de petróleo es una de las torpezas más grandes en la historia republicana del país. Nos va a costar muchos años reparar este daño. Eso lo sabe cualquier aprendiz de economía y sobra explicarlo. Lo que es una afrenta a los colombianos es que nos digan que nuestra empresa de petróleos va muy bien, porque se está gastando lo que debía invertir en crecimiento productivo en gastos de funcionamiento del poder.
Hiere a la inteligencia colectiva que la caterva de asesinos de las FARC, sindicados por la JEP como autores de más de 18.000 violaciones de la vida y la honra de niños y niñas campesinas colombianas, nos estén dando lecciones de moral. Pasamos el trago amargo en búsqueda de la paz de que estén en el Congreso, pero que esos asesinos confesos estén haciendo alarde de su ética y critiquen fallos de la justicia es una inaceptable aberración, por más de que vayan a formar parte de las listas del Pacto Histórico. Claman al cielo las víctimas de esos criminales.
Igualmente, que los jefes paramilitares, asesinos confesos y condenados, sean nombrados gestores de paz por Petro, es otro hecho inexplicable e indefendible ante los ojos del ciudadano. Otra laceración al raciocinio nacional.
Se volvió normal que los adoradores de ídolos de barro pierdan la capacidad de racionalizar sus errores y vuelvan enemigos a quienes critiquen a sus “dioses”, incluso frente a hechos tan claros como los narrados. Terminan justificando todo lo que criticarían si otros lo estuvieran haciendo. Por ejemplo, los adoradores de Petro saben que es absurdo dejar de explotar el gas colombiano para traerlo de Venezuela; si lo estuviera haciendo Duque, estarían, con razón, protestando.
Guste o no guste a los fanáticos del actual régimen, lo que está haciendo el gobierno es absolutamente ilógico en los temas narrados, como lo es la justificación que pretende hacer el tal Polo, el seguidor de un régimen de años pasados, alegando que no son 6000 o más los falsos positivos. Pueden haber sido sustancialmente menos y eso no justifica de ninguna forma esa atrocidad.
En últimas los fanáticos de gobernantes de derecha o de izquierda terminan siendo idénticos en sus actitudes.
Ñapa: Qué aburridos quedamos cuando nuestro seleccionado de fútbol pierde un partido, cuando parecía que por lo menos lo íbamos a empatar. Así es el fútbol, por eso genera tanta emoción.
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