
Por Francisco Becerra
Visité a San Miguel de Allende, en México, para presenciar su famosa celebración del día en honor a los muertos.
Esta singular celebración que, en principio suena como tétrica, realmente tiene un contenido realista de la verdad de la muerte; en últimas, es la celebración de la vida de quienes nos antecedieron en su viaje al más allá.
San Miguel de Allende es una bella población colonial, de calles empinadas y veredas empedradas. Vive del turismo, partiendo de un hecho fundamental: Es totalmente segura; los carros se dejan abiertos, las casas mantienen sus puertas igual y los niños juegan solos en los parques.
También llama la atención la limpieza; nadie, local o extranjero, bota un papel en las calles. Si llegan a ver algo de basura, se recoge inmediatamente y se lleva a los basureros colocados en muchas partes. Un detalle, al día siguiente del desfile en honor a los muertos, la población estaba impecablemente limpia. ¿Cómo hicieron? Enseñando a los niños en las escuelas, que la basura tiene su lugar.
Volvamos a la celebración que se basa en una premisa: Muerto que se olvida es muerto que desaparece hasta del más allá. Por eso hay que recordarlos siquiera una vez al año; para eso se hace un altar, grande o pequeño; se colocan las fotografías de los fallecidos y se les pone un recuerdo de lo que les gustaba hacer en su vida terrenal, ya sea comida, bebida, un juego, una pintura, un instrumento musical, etc.
Se les recuerda con alegría, por eso se baila, se colocan disfraces con calaveras pintadas, recordando que todos terminaremos siendo esqueletos; los niños y los viejos comparten la realidad de la muerte como algo natural, sin misterios, ni miedos. Sin duda una festividad única a la cual vale la pena asistir alguna vez en la vida.
Mientras nosotros en Colombia no preparemos a los niños a mantener en buen estado nuestras bellezas naturales, a valorar nuestras tradiciones, a no ensuciar nuestras ciudades y pueblos y, ante todo, a proteger a quienes nos visitan, nunca lograremos ser una potencia turística, como alegremente anuncia el gobierno que somos.
¡Sin seguridad no hay turismo!
Ñapa: Estamos entrando a un noviembre que puede ser uno de los peores para el futuro del país y lo más dramático es que dependemos de unos congresistas, para que no suceda eso. Si llegan a pasar la reforma laboral, la de transferencias de regalías, la de reglamentación de la jurisdicción agraria y la de salud, propuestas por el gobierno, estaríamos llevando al país a un caos económico y social. (Opinión).
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