
Por Francisco Becerra
Ya empezamos a valorar en pesos los daños que producen las medidas gubernamentales tomadas al calor de discursos populistas, pronunciados bajo el efecto de unos tragos mezclados con sustancias sicodélicas.
Hace año y medio, después de un ataque de verborrea, el presidente Petro congeló el valor de los peajes. El ministro de Hacienda ha tratado de corregir esa medida folclórica, posteriormente a que se generara el hueco fiscal causado, al propio gobierno.
Subrayo muy cuidadosamente esto porque las otras consecuencias de las normas populistas antitécnicas, aprobadas o por aprobar, intencionalmente empiezan a regir en el año 2026, para que las sufra el próximo gobierno.
Los peajes los pagan los dueños de vehículos y, se cobran por hacer y mantener las vías en buena forma. Hace muchos años se implementó ese sistema en casi todos los países de la tierra.
El negocio es así: Se hace un presupuesto para construir una vía, incluyendo su mantenimiento; el gobierno o los particulares proyectan cómo se puede pagar la inversión en un número de años, teniendo en cuenta el flujo vehicular diario. Ese pago por vehículo debe aumentar año tras año teniendo en cuenta la inflación.
Cuando los particulares hacen las vías con sus recursos, casi siempre provenientes de fondos de pensiones, el gobierno se compromete a que anualmente aumente el valor de los peajes y el número de vehículos que transitarán por esa ruta. Si no se cumple, por rompimiento del equilibrio contractual, el particular pude demandar al estado e, incluso, dejar de hacer o mantener en buenas condiciones la ruta.
Según informó la Contraloría General de la República, por dejar de subir los peajes el año pasado, se causó un daño fiscal de casi 2 billones de pesos y posiblemente dejar sin terminar las concesiones llamadas 4G y 5G, negociadas por gobiernos anteriores y por este gobierno.
¿Quién va a pagar ese desafuero? Ya no lo harán quienes transitan y se benefician de las vías, lo harán todos los colombianos que, en su mayoría, no transitan por las vías; por medio de impuestos o con esos recursos no utilizados en educación, salud o vivienda; todo por ganarse un aplauso en una tarima.
Ya previno el propio Ministerio de Transporte que, seguramente, la construcción de algunas carreteras en desarrollo se parará por falta de seguridad en sus pagos, puesto que el fondo previsto para esos menesteres está sin dinero.
Lo más grave es que esto se lo previnieron al gobierno a tiempo, como lo están haciendo los estudios del Banco de la República, los gremios y los académicos, sobre los efectos desastrosos que tendrá la reforma laboral sobre el empleo formal; claro que, hay que decir que esos desastres los sufrirá el próximo gobierno también.
Ñapa: Nos sentimos orgullosos de la organización y del comportamiento de los caleños durante esta COP16.
Ñapita: Yo hablo bien del Valle y de Cali.
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