Por Francisco Becerra
El renacer del orgullo caleño empieza a sentirse en estos días previos a la COP16; ya se ve con ojos positivos lo que hasta hace pocos meses se veía con otra óptica.
Quienes no visitaban la ciudad, por la mala imagen que causaban los comentarios negativos de los propios caleños, ahora que han venido empezaron a contarle a la nación sobre la hermosa ciudad que tenemos, lo verde de nuestro entorno, lo bello de nuestro río, el maravilloso clima, la alegría y queridura de nuestra gente.
Quiero referirme a lo más importante de nuestra varariada biodeversidad: El genotipo y el fenotipo de los habitantes de Cali y sus alrededores.
En el año 1979 hubo un gran tsunami en el litoral Pacífico colombiano y eso provocó una masiva emigración de sus habitantes para Cali. Eso marcó un hito en la composición de origen racial de la ciudad, para convertirse hoy en una población de marcado origen afrodecendiente. Podemos afirmar, sin duda, que los afros, mulatos y meztisos, constituyen el 65 % de la población.
Antes de 1979, Cali había recibido una gran emigración paisa y opita, producto de la violencia política.
Lo anterior hace que hoy Cali sea la ciudad más cosmopolita del país. Que sus gentes sean la función étnica de varias razas que ya han producido un rasgo cultural único de gran fortaleza, caracterizado por un pensamiento abierto y alegre.
No es mentira, ni exageración, la frase de: Quien llega a Cali es de Cali; Su Himno dice: «Donde nadie es extraño…»
Esa simbiosis genética diversa ya produjo la síntesis de la «raza caleña» (no galáctica), donde se asimilaron los diferentes pensamientos y costumbres ancestrales, donde todos bailamos salsa y currulao, donde podemos elegir alcalde a un mulato ciego y después a un rico empresario; donde se repudia sinceramente la discriminación.
Esa es la «capital del cielo», donde es «glorioso nacer o vivir», esa es «Cali pachanguero». En buena hora llegó la disculpa del COP16, para que nos miren como somos y no como nos han vendido.
Hay que agradecerle a Petro, a Dilian y a Eder, quienes asumieron el reto de organizar, como un relámpago, esa reunión de la biodeversidad en nuestra comarca. Este es el comienzo de la nueva concepción de Cali y del Valle, la cual debe mantenerse, después de que pase este evento.
Ñapa: ¡Yo hablo bien de Cali!; y vos?
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