Por Francisco Becerra
Cuando nuestro galáctico de marras, después de ir de compras a los más caros almacenes, para renovar sus Ferragamo y sus pintas de Luis Vuitton para él y su panameño(a), se mete su dosis de café blanco con whisky, su alquimia predilecta, empieza a creerse poeta como Homero (Simpson) y el Dr. Spock (pediatra gringo experto en crianza de hijos).
Inmediatamente busca el micrófono más cercano y comienza su insulsa verborrea sobre el fin del mundo, los golpes blandos que da y recibe en el istmo, su odio al periodismo, su antisionismo y su amor por Nicolás (Maduro).
Su última obsesión sicodélica sideral le ha dado por los équidos (Google vagos) y tiene 3 preferidos:
PEGASO (pegasus): «Que en la mitología griega, Pegaso (en griego, Πήγασος) es un caballo alado. Fue el primer caballo que llegó a estar entre los dioses. Pegaso era el caballo de Zeus, quien lo llevó al Olimpo y mandó construir para él un establo al lado de la bodega de los rayos; suele representarse en blanco o negro y tiene dos alas que le permiten volar. Una característica de su vuelo es que, cuando lo realiza, mueve las patas como si en realidad estuviera corriendo por el aire».
Sollado en una deliciosa Petra (pea con traba), imaginándose montado en su caballo volador, jodiendo cuanto uribestia se encuentre en el camino. El problema es que, ese “vuelo» se volvió pesadilla porque a pegasus lo compró el bobo de Duque, en efectivo, pagó 11 millones de dólares y no aparece en qué avión o barco entregaron ese dineral a los judíos que fueron los que le dieron 30 monedas de plata a Judas.
¡Joder! Que pesadilla tan espantosa. Lo más grave es que «la bella y locuaz» Fiscal «Queamargo», totalmente del bolsillo del régimen actual, dice que no ha encontrado pruebas de la compraventa de Pegasus; hasta ahora parece que fue hecha en la otra galaxia.
ROCINANTE: El otro équido preferido del nuevo jinete del apocalipsis; el escuálido caballo del Quijote que le puso ese nombre, «a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo»; Petro en su petra se monta en Rocinante para encontrarse con Rousseau, para hablar de que el pueblo es soberano para hacer de su capa un sayo y de su rabo un candelero. ¡Otra horrenda pesadilla! Por eso es que no se quiere levantar al día siguiente con ese guayabo (resaca) descomunal.
Un Burro: Finalmente, su équido preferido es un burro que le trae recuerdos de adolescente en la Costa, por eso lo ama. En ese asno se inspira cuando quiere cantinflar y planea robarse las elecciones. Su nombre es MADURO. Lo admira tanto que ya impuso un nuevo verbo cósmico: madurear que significa decir estupideces sin sentido, burlarse de la democracia y desaparecer a los contrincantes. Por ejemplo: Petro madureó en la ONU y por eso no había nadie mientras madureaba. Fue más importante la tomada de agua en jarra del presidente de Haití, que la madureada de Petro.
Ñapa: Que bueno que la presidencia de Colombia inspire a los hijos de los presidentes a ser emprendedores: Los de Uribe con manillas y a la hija de Petro con ropa ecológica en la Cop16. Cualquier parecido es pura coincidencia. (Opinión).
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