19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Los independientes de Colombia no tienen voz

Jorge Alberto Velasquez Pelaez

Por Jorge Alberto Velásquez Peláez

Me referiré un poco en esta columna a los planes de desarrollo paisas, pero principalmente a la situación de angustia que acompaña a Juan Guillermo, un gran amigo mío, de mí misma edad, o sea viejo, trabajador independiente como yo, y por lo tanto, desempleado como yo y la mayoría de nuestros comunes amigos, quienes, con Juan Guillermo y conmigo, deberían estar descansando y disfrutando de una pensión, o viviendo a costa de sus hijos.

Pero no, todos nosotros seguimos en la difícil tarea del “rebusque” para completar la mesadita pensional y, algunos incluso, para colaborar con la supervivencia de sus ingenuos herederos.

Juan Guillermo, con gran ilusión, “se enculebró” para viajar con su familia a España y firmar los documentos que lo acreditan como español, pero con amargura ve ahora, mientras se lamenta con una expresión ya muy suya, “joder”, que su nueva patria se empobreció de repente, y que tardará en recuperarse y poder ayudar de alguna manera a sus nuevos hijos mestizos, incluidos Juan Guillermo y sus preciosas hijas, quienes tendrán que aplazar de su dieta familiar el jamón de Jabugo.

Para empeorar las cosas, tiene que pagar los tiquetes y hoteles tomados a crédito. Sus metas de ventas de sus servicios este año se esfumaron por la crisis del virus en Colombia, y ninguna de las noticias que lee le dice sobre ayudas que puedan favorecerlo, pues no es grande, no es mediano, y no es microempresario.

Es simplemente un trabajador independiente, a la caza de un contrato de prestación de servicios, como lo buscamos también Sergio, Orlando y yo.

Dicho lo anterior, quiero decir que me puse en la tarea de buscar por mi cuenta opciones de reenganche laboral o de auxilio económico que me permitan, de ahora en adelante, poder visitar a Carulla al menos una vez al mes, para completar mis compras de D1.

Y entre tantas cosas que leí, estaban los planes de desarrollo de la alcaldía de Medellín y de la gobernación de Antioquia, los cuales leí, por ocioso y por culpa de mi vejez de más de 60 años que me tiene archivado.

Pero quedé igual que Juan Guillermo, apesadumbrado y sin opciones para mi futuro, sin la esperanza que me permita mañana sonreír cuando vea las fotos de Daniel o de Aníbal.

En resumen, sobre los planes pienso y creo que estos van por el camino equivocado, pues no necesitaremos planes de desarrollo, sino unos muy efectivos y realistas “planes de recuperación”, no solo en favor de los independientes como Juan Guillermo y yo, sino de todos los antioqueños, de todos, como diría un recordado político, en lo urbano y en lo rural.

Por ejemplo, aunque es muy poco en relación con el presupuesto total del plan de Medellín (5,6%), el rubro “reactivación económica y valle del software” recibirá en el periodo del plan (2020-2023) casi $ 1,2 billones, de los cuales 175.000 millones de pesos se destinarán al programa de la cuarta revolución industrial, que en mi opinión no tiene  mucho sentido ahora como elemento prioritario -aunque no tiene prioridad presupuestal- cuando nunca avanzamos con la tercera revolución industrial, y hoy nos encontramos rodeados de empresas en crisis, en vías de extinción muchas de ellas, con sectores que nunca pudieron recuperarse, y otros que no se reactivarán sin efectivas medidas de intervención para su apoyo.

Más de $338.000 millones se destinarán a ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento, en una ciudad que, por ejemplo, produce más profesionales de Negocios Internacionales que arepas, aunque hay que reconocer que éstas últimas sí tienen mercado.

No es malo invertir en ciencia e innovación, lo malo es desestimar lo tradicional, donde están las oportunidades más inmediatas de negocios.

¿Qué hacen los jóvenes de Medellín? ¿Qué empresas los contratan si en esta región del país, antes del virus, ya afrontábamos un sostenido y largo proceso de desindustrialización?

Reitero, los proyectos concebidos son importantes, pero solo esos dos rubros suman casi 500 mil millones de pesos, cifra que sería muy bien recibida por un programa para el acompañamiento a los independientes, y para la recuperación de pequeñas y medianas empresas, sin olvidar que entre las medianas hay muchas con paso de grandes -también con actitud de grandes-, y que entre las pequeñas hay muchas sin futuro, aun en condiciones óptimas de mercado.

El 30% del plan de desarrollo se dedicará a educación, y creo que debe mantenerse así, al igual que los recursos que se destinarán a salud en el rubro Medellín me Cuida

Pero en el restante 50% del presupuesto del plan, que suma 10 billones de pesos para el periodo de ejecución, se incluyen muchas actividades que sin duda no son prioritarias y deberían cederles sus lugares a proyectos de verdad importantes de acuerdo con la actual coyuntura municipal

Y por los lados de la gobernación hay algo similar, pero tan cansado estoy de proponerlo en otras épocas y bajo otras circunstancias, sin que algún mandatario escuche, que solo lo haré muy brevemente para terminar.

En Antioquia ni la gobernación ni los alcaldes trabajan por el nuevo emprendimiento productivo regional, por buscar nuevas producciones que generen riquezas importantes, especialmente para los campesinos.

La leche no sale de nuestras fronteras, el banano es lo mismo de siempre mientras Ecuador nos enseña cómo globalizar ese producto, las frutas y espárragos muestran a un vigoroso Perú exportador, al tiempo que Chile en piscicultura debe quizás estar preparándose para exportar truchas a Jardín.

Las confecciones no fueron patentadas por los Uribe de Medellín, también pueden montarse fábricas en los pueblos, y aunque a Otoniel no le guste el tema de la joyería sino el del oro, a Santa Fe de Antioquia sí  podría convenirle un proyecto de exportación en ese sector.

 El agua es oro en el mundo y Antioquia la tiene, pero quizás en los despachos de nuestros gobernantes se toma agua Evian.

Ni un solo nuevo proyecto productivo ha surgido en Antioquia desde que yo existo, y soy viejo, como lo son mis amigos independientes ya mencionados, ya abandonados, como lo es mi gran amigo ibérico, el  independiente que quiere ser dependiente de alguna ayuda. Juan Guillermo, ánimo, que ya tendrás una hondonada de hostias.