
Por Cristian Halaby Fernández
En un mundo dinámico y globalizado, la competitividad económica se erige como el motor del progreso y la prosperidad. En este contexto, Colombia debería buscar inspiración en la notable transformación de países que han trascurrido desde el subdesarrollo a los más altos estándares como lo son Irlanda desde los años 70 hasta hoy y Estonia unos años más tarde.
Nos enfocaremos en Irlanda por ahora, país que paso de ser uno de los más violentos y atrasados de Europa al segundo con mayor ingreso per cápita, calidad de vida y de mayor productividad. La historia de Irlanda es una lección en resiliencia, visión estratégica y políticas que impulsan el crecimiento económico que Colombia debería emular.
En la década de 1970, Irlanda enfrentaba una economía estancada y altas tasas de desempleo. La dependencia de sectores tradicionales y la falta de inversión extranjera limitaban su potencial de desarrollo. El Producto Interno Bruto (PIB) de Irlanda en 1970 se situaba en aproximadamente $4.3 mil millones de dólares unos $800 dólares por habitante.
La clave del resurgimiento irlandés fue la atracción de inversión extranjera directa (IED). En 1979, Irlanda implementó políticas fiscales atractivas, reduciendo de manera significativa las tasas impositivas corporativas. En ese momento, el impuesto corporativo se situaba en un 50%.
A lo largo de las décadas siguientes, Irlanda continuó reduciendo gradualmente esta tasa hasta llegar al 12.5% en 2003, lo que la convirtió en una de los países más atractivos para las empresas.
Una de las bases fundamentales para el desarrollo corporativo fueron los acuerdos entre las centrales obreras el gobierno y los empresarios para mantener los salarios competitivos y así dar un impulso a las corporaciones hasta que hubiese una fuerte competencia por el talento humano.
Asimismo, Irlanda invirtió considerablemente en educación y formación, desarrollando un capital humano altamente calificado. Esta medida fortaleció la competitividad del país al proporcionar una fuerza laboral adaptada a las demandas de la economía moderna y con un mayor ingreso en la actualidad.
La inversión en infraestructura y tecnología fue crucial. Proyectos de desarrollo y la promoción de parques tecnológicos generaron un entorno propicio para la innovación y la investigación, permitiendo a Irlanda insertarse en la economía del conocimiento.
En 1973, Irlanda ingresó a la Unión Europea, marcando un hito en su camino hacia la integración económica. Hoy, es el segundo país con mayor ingreso per cápita y calidad de vida en la UE, con un PIB que supera los $382 mil millones de dólares en 2022 equivalentes a $103,000 dólares por habitante y a ser el país con mayor índice de productividad por persona del mundo.
Evolución Fiscal y Comparativo con Colombia:
Irlanda ha experimentado una transformación fiscal impresionante, reduciendo su tamaño de estado del 50% al 26%, y su tasa de impuesto corporativo del 50% al 12.5%. Este enfoque ha resultado en un aumento significativo en la atracción de inversiones y reinversiones con las grandes empresas del mundo como Facebook, Dell, Pfizer, Google entre otras asentándose en su territorio.
Asimismo, para promover la producción de bienes manufacturados incorporo durante años un impuesto de renta industrial del 10% así como el descuento del 200% de cañones de arriendo por maquinaria básica para producción y tecnología.
En contraste, Colombia ha observado un aumento en su tamaño de estado, pasando del 25% al 36% y una constante subida en la tasa de impuesto de renta corporativo que, si es sumado a los demás impuestos que afectan las empresas como el 4xmil, ICA entre otros puede llegar a una tributación del 70% sobre utilidades planteando interrogantes sobre su competitividad. Irlanda demuestra que el estado existe para crear las condiciones y que sean los privados en conjunto entre trabajadores y empresarios quienes generen la riqueza.
La historia de Irlanda es un testimonio de que, con visión estratégica y políticas audaces, incluso las economías más desafiantes pueden transformarse en motores de crecimiento.
Colombia, al emular la resiliencia y las estrategias exitosas de Irlanda, tiene la oportunidad de forjar su propio camino hacia la competitividad y el desarrollo sostenible en el escenario global. Al iniciar un nuevo año Colombia tiene la gran posibilidad de continuar por la senda del paternalismo caudillista empobrecedor o aprovechar sus grandes posibilidades para convertirse en “El País Que Puede Ser” y que me atrevo a decir DEBERIA SER.
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