28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Las marchas importadas

Por Nicodemo

En Colombia nos encanta importar, importamos de todo, desde bienes y servicios hasta aperturas económicas, tratados de libre comercio, celebraciones, modelos de economía, neoliberalismos, economías naranjas y por supuesto modelos de protestas y de violencia. Ni las barras bravas del fútbol, ni nos cacerolazos ni “el pueblo unido jamás será vencido” son autóctonos, todo eso lo hemos importado

Así pasa con las marchas. Son importadas. Para muestra lo siguiente. El año 2010 el mundo conoció   “la primavera la árabe” que no fue otra cosa que movimientos organizados para desestabilizar gobiernos, Egipto, Libia, Túnez y en quince  naciones más se sucedieron  protestas populares que derrocaron a sus gobiernos  o peor que entraron en guerra civil  y que sumieron a estos países en una ola de miedo y de pobreza de la que no se han repuesto.

Europa no es inmune a este tipo de movimientos, pero allá la presentación fue a color, la revolución rosa en Georgia, la revolución naranja en Ucrania, revolución blanca en Bielorrusia y hasta la de los chalecos amarillos en Francia.

Todas estas protestas y marchas tienen los mismos componentes, son convocadas como pacíficas, presentan causas justas, son infiltradas por vándalos profesionales y en todas son los estudiantes quienes lideran la convocatorias y todas estas propuestas terminan más o menos en lo mismo: violencia, muertos, pobreza y en algunas llamadas exitosas hay cambio de gobierno. Claro, los gobiernos que llegan no es que sean mucho mejores que los que había, pero eso es lo de menos lo importante es cambiar.

En américa, hablo de México para abajo, también llegó esta moda, a nuestro estilo, Honduras, Guatemala, el Salvador, México, Venezuela, Argentina y recientemente Ecuador, Chile, Bolivia y por su puesto Colombia somos el nuevo escenario de estas marchas populares.

Desde hace quince días estamos viendo cómo nuestras sus calles se pueblan de marchistas que en su legítimo derecho salen a protestar.

La primera pregunta, obvia, es  ¿por qué se está protestando?  Aunque fue difícil saberlo, al fin se supo qué era…que contra la corrupción, que contra un mal gobierno, que contra la baja de impuestos para las empresas, que el asesinato de líderes sociales, indígenas  y exguerrilleros, que los malos salarios, que el desempleo, que por el cumplimiento de los acuerdos de paz, que porque no se habla con el ELN y hasta porque se acabe con el Esmad y lo último, que por la ley Arias.

El segundo interrogante es ¿quiénes lo están haciendo?  Aunque los organizadores hablan de “toda Colombia”,  la verdad es que los grupos más destacados son los estudiantes universitarios,  las centrales obreras, los maestros, los inconformes, los artistas, los youtubers y hasta las mascotas le han hecho sentir a Colombia y en especial al gobierno que el pueblo no está a gusto con la situación del país.

Con los días se va mostrando la verdadera cara de las protestas, se observa que ya no es en toda Colombia sino en unas cuantas ciudades, se nota que hay una verdadera organización de la protesta, que tienen una muy buena red de comunicación, que son disciplinados y lo más inquietante, que tienen el dinero para hacerlo, algunos hablan de criptomonedas.

Lo del pasado 7 de diciembre en Bogotá, Cali y Popayán no solo es un Canto por Colombia es más bien un “aquí estoy, tengo con que y aquí me quedo”. Organizar un espectáculo con 60 grupos musicales no es sencillo ni barato, la logística que incluye sonido, transporte y el pago de estos artistas sin cobrar un centavo al público significa para cualquier empresario disponer de mil millones de pesos para este acto de filantropía. Estas marchas me recuerdan tanto a las marchas patrióticas donde cuarenta buses y almuerzo para todos los participantes llegaron sin que se conociera el origen del dinero y los nombres de quienes las financiaron.

Así las cosas, ya no es una pobre marcha de unos estudiantes protestando por nobles causas sino una organización bien fondeada y de largo aliento sin que se sepa las fuentes de los recursos y sobretodo los nombres de los financiadores.

 El gobierno Duque, como es habitual, no hace lo debido, convoca al llamado comité nacional de paro a dialogar y mete palos en la rueda para que este dialogo no progrese. Se victimiza, manda voces de odio, se burla de ellos y es ineficiente en la contención de los actos de vandalismo.

El gobierno cree que el tiempo está a su favor y es precisamente todo lo contrario, cada día de protestas significa pérdidas no para quienes marchan sino para el resto de colombianos que ven su economía aún más golpeada y que ven a un gobierno mirándose al espejo y oyéndose a sí mismo, lo lindo, bueno y eficiente que es.

¿En realidad que buscan con las marchas los que de verdad las están dirigiendo? la respuesta también tenemos que importarla, basta con ver lo que ha pasado en el mundo y en especial a nuestros vecinos y se resume en una palabra: VIOLENCIA

Violencia y lo que ella trae, miedo generalizado, pérdidas económicas, muerte y dolor, mucho dolor. No importa quien pierda lo importante es que haya pérdida.

Testosterona y adrenalina guiadas para vencer a cualquiera, quieren que nos ahorquemos los unos a los otros, los de siempre haciendo lo de siempre, es decir, descalificando a los que protestan alzado voces que llaman a defender la democracia y a tomarse las calles, ojalá Dios quiera, nadie los oiga, y los que protestan, la mayoría de ellos son solo una manada de borregos ingenuos que juegan con pólvora y fuego y piensan que van a salir inmunes.

Si solo vieran las cifras les indicaría a unos y a otros para donde vamos sino corregimos, las cifras son aterradoras, en Venezuela ya van más de 5.000 los muertos en las marchas, en chile 23, en Bolivia 22 y en Ecuador 9. En Colombia ya tenemos dos. Las economías de estos países golpeadas y lo único que abunda es el descontento general.  El caso más grave es el de Venezuela que en el 2018 registro 28.790 homicidios y llegó a los dos millones de migrantes.

¿Qué se puede conseguir con las marchas? No sé, pero, de lo que si estoy seguro es de lo que no se va a conseguir, no se va a mejorar el gobierno, no va a desaparecer la corrupción, los acuerdos de paz se seguirán incumpliendo, no van a acabar con el Esmad y lamentablemente y ojalá me equivoque, no va a parar los asesinatos de líderes sociales, indígenas y de excombatientes.

Acá la pregunta es nosotros los de a pie ¿qué podemos hacer?, mi propuesta es simple y tal vez simplista, propongo ignorar las marchas, los marchistas y los que se oponen a las marchas, pido a los padres de familia que puedan sacar a sus hijos de esas inútiles marchas que lo hagan. Propongo que debilitemos este movimiento desde la oración y desde la sensatez. Los que no participamos en las marchas, así como los que no protestamos porque las hagan nos llaman la mayoría silenciosa y confiando en Dios venceremos. Creo que las marchas tienen causas justas y que este mal el gobierno se merece eso y mucho más, pero estoy seguro que este no es el camino correcto para el cambio que necesitamos. Este tipo de movilizaciones son costosas, peligrosas y sobre todo inútiles.