19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Las letras nos han permitido vivir como especie humana


Por Enrique E. Batista J,. Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com

Para los necios, las palabras son de aire y van al aire. Pero, las palabras del sabio son de la razón y van al corazón.

Con las letras creamos  conocimientos, abren el camino a la libertad, al pensamiento aut[onomo; sin ellas, enfrentamos la esclavitud servil.

La dicha de escribir y de leer es un  don precioso que tiene su origen en la afortunada  invención de las letras,  del abecedario (letras a, be, ce y de)  o alfabeto (letras alfa y beta de la lengua griega), como conjunto de símbolos de codificación abierta  que, en hilazón armónica, llevaron a la creación de la escritura y al inmodificable poder de  facilitar y transformar, para bien, la comunicación entre humanos. Crucial avance, sin el cual no se hubiese podido consolidar la especie humana como la conocemos hoy.

El abecedario y la escritura se constituyen en los más importantes avances en la historia completa de la humanidad. La escritura, bien se ha reiterado, es el invento tecnológico más sobresaliente. Sin ella, no hubiese sido posible la variedad de tecnologías que conocemos y empleamos hoy, incluidas aquellas que han permitido la sanación de enfermedades y la prolongación de la vida. Estamos vivos por las letras. Con ellas, plasmadas en fluida escritura, llegamos a los más sobresalientes eventos para que, como especie, hayamos sido capaces de  aprender, crear, transformar a la naturaleza y transformarnos a nosotros mismos.

Con el invento de las letras, se incrementó la riqueza léxica, el vocabulario. O sea, que ellas contribuyeron a enriquecer nuestras habilidades comunicativas.  El abecedario, y la estructuración lógica de su contenido, también fue otro evento que transformó sustancialmente la naturaleza de los seres humanos y la habilidad para  comunicar e intercambiar  pensamientos,  sentimientos, ideas, conceptos y teorías.  El abecedario   resultó de un consenso para organizar las letras que pudiesen después unidas, juntas, construir palabras y con el paso de los años edificar abstracciones. Se avanzó en el pensar para comunicar y comunicar para ser y trascender. 

Todo empezó de manera  sencilla: un símbolo gráfico pudo representar un sonido,  una cantidad,  una palabra, una orden o un  sentimiento simple. Se inició este avance humanizador de la especie humana con los pictogramas. Con sucesivas adiciones se alcanzó la complejidad de la escritura, todavía creciente, que conocemos y empleamos hoy. (https://rb.gy/uk12dr).

Los sumerios, habitantes en el Medio Oriente, unos 30 siglos antes de Cristo, inventaron la llamada escritura cuneiforme; símbolos en forma de cuñas que representaban ideas o conceptos. Más tarde, en la Grecia antigua se crearon las letras, en donde cada una de ellas representaba un sonido. A partir de entonces, con la unión de ellas se formaron las palabras. Los griegos antiguos habían adoptado las letras del alfabeto fenicio, el cual tenía influencia hebreas y egipcias. Con el nuevo alfabeto se produjo una inmensa ganancia, la que se obtuvo del simple, pero significativo hecho, de que resultó más fácil tanto escribir como leer. Tal avance se generalizó para la creación de otros alfabetos, cada uno de los cuales definió sus letras como desearon las diferentes culturas. Con ellos, se escribían palabras y se creaban muchas nuevas más con las que se podía hacer referencia a ideas, conceptos, a la expresión de variedad de sentimientos humanos o a consignar por escrito pensamientos, relatos e historias.

Las letras, el abecedario y las palabras escritas permitieron mejorar la posibilidad de expresar ideas o conceptos más complejos, pasar de expresiones orales simples a la comunicación de abstracciones, con las que se enriqueció la posibilidad de explicaciones de hechos y fenómenos de la naturaleza física y humana. Facilitaron ellas, el desarrollo del potencial del cerebro humano con sus redes neuronales y, con ello, la creación de hechos u objetos no visibles, sin existencia física, de poder explicar lo que directamente no se ve o se puede observar; se pasó del mundo de lo enteramente empírico, de la realidad palpable, de lo aparente,  a un mundo de abstracciones que posibilitaron mejorar nuestra comprensión del mundo y de  sus fenómenos.

En el fondo, fue la gran transformación en la comunicación humana y la base para la creación de conceptos, de hipótesis, teorías y ciencias, además de otros productos humanos, como  la codificación literaria de cantos, relatos e historias de los pueblos. Los prodigios que se produjeron en la capacidad de poseer una más elaborada precisión en la  comunicación contribuyó a que los grupos humanos se consolidaran como una especie sociable.

De las letras surgió la poesía y la rica literatura que disfrutamos. Así mismo,  permitieron enriquecer la comunicación humana con un sin número de figuras literarias con las que se sacan a los intercambios verbales entre personas de la simpleza expresiva, del lenguaje plano e insípido a uno lleno de riqueza comunicativa, a uno de intercambios verbales calurosos llenos de rico sabor.

Con las letras  se inventó  la  vida social y se construyeron  sociedades más complejas. Por virtud de las letras, se enriqueció nuestra habilidad y capacidad de pensar, de ser más inteligente. Se nutrió con significado a muchos hechos o eventos que sin ellas no hubiese sido posible identificarlos, reconocerlos y explicarlos. Cómo en los primeros días de Macondo, antes de las letras y de las palabras se carecía de lenguaje para denominar objetos físicos cotidianos y, con más razón, no se disponía de recursos en el hablar para construir o referirse a abstracciones o a los sentimientos humanos que estuviesen llenos de lo sublime.  Se identificaban a los objetos con las señas. Por eso bien se dice que las letras nos permitieron inventar las abstracciones.

Sin los conceptos no hay comunicación sólida, ni explicación posible de los fenómenos naturales, sociales o psicológicos. Serían las mentes y corazones humanos campos yermos, vacíos, sin modos efectivos de compartir realidades, descubrimientos, intuiciones o el significado de los momentos de epifanía. 

 En efecto, bien se ha dicho que la historia humana empieza con la escritura, lo anterior a ella es prehistoria. Con la escritura se empezó a dejar constancia perdurable de acontecimientos: la historia misma. Con las letras, además, se crea, se fundamenta y se desarrolla la cultura.