
Por Elizabeth Mora-Mass
Nueva York. Los documentos del Distrito Sur de la Corte Criminal de Nueva York dicen que los hermanos Gilberto José y Miguel Angel Rodríguez Orejuela, en compañía de José Santacruz Londoño fueron por años los jefes de las operaciones del denominado cartel de Cali, en Nueva York.
Los mismos documentos señalan que por allá por los años 70s y 80s, los capos de Cali y la gente de Medellín eran muy amigos. Ciudades y zonas metropolitanas estadounidenses se repartieron por igual.
Organizaron toda la infraestructura en Nueva York José Santacruz, más conocido en el área como “El Chepe”, o “El Pote” y Rafael Cardona Salazar, alias “Rafa”, oriundo de Envigado, a cargo de la “la ferretería”, es decir, los sicarios, desde que Pablo Escobar creara el “cártel” a finales de los 70s.
Este “trabajo” conjunto generó luego la guerra entre los carteles de Medellín y Cali por el control de Nueva York, zona que produce casi la mitad de las ganancias del negocio de drogas en Estados Unidos.
Al principio, Nueva York no tenía una estructura fuerte. Esta comenzó cuando el juez John Canella de Nueva York condenó en 1978 a Edgar Restrepo Botero, Francisco Adriano Armedo, León Vélez, Libardo y Carmen Vélez, Griselda Blanco y a Carlos y Alberto Bravo por los delitos de conspiración, tráfico de drogas y lavado de dinero.
Cuando Restrepo y sus asociados fueron detenidos, fue el comienzo del reinado de la gente de Cali en Nueva York.
En conferencia de prensa realizada el 7 de julio de 1995, debido a la captura en Colombia de Santacruz, Robert Silvering, fiscal especial de narcóticos en Nueva York, dijo que “Santacruz creó para el cartel de Cali, un imperio del mal en nuestra ciudad”.
Para ese entonces, Santacruz -quien fuera asesinado en Colombia- vivió en Nueva York entre 1975 y 1985, estaba condenado a 25 años de prisión por el asesinato de Marleny Fulquen, quien fuera su esposa, y por intento de asesinato contra Silvia Rey, su amante.
Rey quedó paralítica a raíz del atentado, pero testificó contra Santacruz y contó cómo había sido creada toda la infraestructura del cartel. La entrevisté. Pero el 29 de marzo de 2019, la grabación, las fotos y los documentos desaparecieron de mi casa.
Bajo la supervisión de Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela y Pablo Escobar, Santacruz creó toda una red de negocios y caletas para encubrir las actividades del cartel.
Al frente de cada negocio había una persona de su confianza para recibir y entregar la mercancía y el dinero. Si alguien fallaba o intentaba algo era persona muerta.
En Queens la gente se escondía cuando “Chepe” y “Rafa” venían y preguntaban por alguien. Unos 150 trabajadores de la construcción desaparecieron luego de hablar con ellos. Nunca hubo una investigación.
Hacia 1980, Santacruz se quedó solo al frente de Nueva York. “Rafa” Cardona – quien siempre cargaba un maletín con una mini uzi y un millón de dólares en efectivo- estaba muy ocupado cobrando cuentas en la Florida y en California.
Pablo y los Rodríguez Orejuela venían todos los meses con sus amantes a revisar el negocio y a hablar con la mafia italiana.
Los documentos de la corte de Brooklyn afirman que Gilberto Rodríguez se hospedó en el Waldorf Astoria bajo el nombre de Fernando Gutiérrez.
Nueva York se convirtió en la mejor plaza del narco y del lavado de dinero. A través de la mafia italiana, Gilberto y Miguel Rodríguez organizaron el lavado con la banca internacional.
Miami -la plaza de la gente de Medellín- se calentaba al máximo y se perdían mercancía, plata y hombres. Una de las leyendas de la Roosevelt, dice que fue Pablo quien negoció con John Gotti- el capo de la mafia italiana- la venta de cocaína en forma directa.
Por este motivo, en diciembre de 1985, habría sido el asesinato de Paul Castellano- il capo de tuti capos de Mafia de Estados Unidos- a quien, según otra leyenda de la Roosevelt, Rafa habría asesinado.
Gotti sucedió a Castellano como gran jefe. Gotti y Escobar eran muy amigos. Por tal motivo, la gente de Medellín consideraba a NY suya.
El Departamento de Policía de Nueva York niega estos hechos. En 1984, vino el lío grande por la extradición desde España de Gilberto Rodríguez y Jorge Ochoa a Colombia. En posteriores visitas a la Roosevelt, Pablo decía que había pagado en España, cincuenta millones de dólares, más otros cuatro, “pa’vueltas”. Pero Gilberto no le creyó, le habría exigido recibos y ahí se dañó la amistad.
Hacia finales de 1986, comenzaron a llegar los capos mexicanos. El Mayo Zambada, Miguel Angel Felix Gallardo, Ramón Arellano Felix, Arturo Leyva Beltrán, Héctor “El Guero” Palma venían con frecuencia a los establecimientos públicos de la Avenida Roosevelt en el sector de Jackson Heights.
Las visitas no tuvieran nada de particular si no fuera porque los arriba nombrados eran los jefes de los cárteles mexicanos: Cártel de Sinaloa–todavía el cártel más poderoso de la Tierra–el Cártel del Golfo–el cártel mexicano más antiguo, con inicios en 1930–el cártel de Jalisco. El Chapo Guzmán vino después de la guerra entre Cali y Medellín. A principios de 1987, El Mexicano contrató a todos los mariachis del área metropolitana de Nueva York para recibir a el Mayo Zambada. Fue una fiesta espectacular en un sitio llamado El Palace. Manuel De Dios Unanue, acribillado por órdenes del cártel de Cali invitó a esta reportera para que fueran juntos al evento. El Mayo venía en compañía de una hermosa joven. Decían que era una reina mexicana. La vinculación de los mexicanos trajo como consecuencia la guerra entre los carteles de Cali y Medellín porque cada bando alegaba ser dueño de la plaza. Y lo resolvieron a fuego sangre como todos los negocios entre mafiosos.
A nombre de Pablo, Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “El Mexicano” vino a negociar el control de Nueva York. La cita fue en Atlantic City durante la pelea de Tyson-Spinks, en junio de 1988. Gilberto Rodríguez y José Santacruz negociaron por Cali. No hubo arreglo.
Las autoridades estadounidenses se enteraron por los periódicos de estos hechos. Vino la guerra.
Sterling Johnson, en ese entonces, fiscal especial de narcóticos, dijo que el cartel de Medellín había ordenado su ejecución.
El cartel de Medellín acusó a Cali de dar la información. Comenzaron las detenciones y los decomisos para ambos bandos. Hernando Grajales Rizo, el máximo hombre del cartel de Cali fue detenido, al igual que Maribel Díaz Manzano, a quien le decomisaron nombres, direcciones y claves.
Medellín perdió a Fernando Gómez –quien desde NY movía el mercado de Europa- y Juan Márquez, el hombre de confianza de El Mexicano. Fue una guerra dura, sucia y sangrienta.
El área metropolitana de NY puso en 1988 más de 300 muertos colombianos. Sólo en junio, 92 personas fueron asesinadas, “con el “clásico ajusticiamiento”: de rodillas, las manos amarradas atrás, con tiro en la cabeza.
La guerra siguió hasta 1991 cuando fue la masacre del JJ Counters, ubicado en la Avenida 37, en Queens- de propiedad de Juan Manuel –señalado por las autoridades como el hombre fuerte del cartel de Cali en NY, quien fue encarcelado pagando 87 anos, por intento de asesinato y lavado de dinero-. Allí fallecieron seis personas y cuatro fueron heridas.
Entre los muertos estaba Carlos Arias, alias El Burro, el enforcement (jefe de sicarios) del cartel de Cali Las autoridades descubrieron que con la pistola de El Burro habían asesinado a 45 personas en dos años, por orden del cartel de Cali.
Más tarde se dio la detención de Dandenys Muñoz Mosquera, La Quica -quien habría venido a matar a los jóvenes Rodríguez -en ese entonces estudiando en Harvard y con apartamento en la Quinta Avenida y la calle 68, en el corazón del Golden East de Manhattan- y a montar el negocio de la heroína. La Quica fue encarcelado y condenado de por vida. Al final, los dos bandos pactaron.
Luego vino otra guerra del Mono John, entre los capos de Cali y la gente del cartel del norte del Valle. Ganó el cartel del norte del Valle.
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