25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Las FARC y el sicariato: Jesús Bejarano  

Dario Ruiz


Darío Ruiz Gómez  

Julián Gallo el inevitable Lozada acaba de declarar que fueron las FARC quienes ejecutaron en 1999 al eminente economista e historiador Jesús Bejarano, mediador en las fallidas conversaciones de Paz en el gobierno de César Gaviria y que “se sienten afligidos por esta ejecución”, pues el Comisariado creyó por un “error” que Bejarano “estaba boicoteando esas conversaciones”. 

¿Recuerdan que Gallo hizo lo mismo cuando declaró que él había asesinado a Álvaro Gómez Hurtado? Sofismas de distracción como estrategias leninistas para encubrir la espantosa ofensa moral que supone un crimen de lesa humanidad disfrazándolo de justificaciones políticas.  

Lo que descaradamente está haciendo sin consultarle a nadie Iván Cepeda, saltándose a la torera la advertencia que la justicia universal establece para diferenciar a un actor armado que actúa bajo un supuesto ideal político de un simple sicario al servicio de una organización de narcotraficantes.  

¿La legalización del crimen político? La lista de anónimos políticos, profesores universitarios, intelectuales, de periodistas desaparecidos por las FARC durante dos décadas es desproporcionada por el número y sobre todo por el silencio que se ha tendido sobre estos crímenes por parte de la justicia. 

Lo que las escuetas cifras del Informe de la Comisión de la Verdad ocultan es el escenario de mezquindad, de traiciones, de miseria moral que imperaba e impera aún en los diferentes grupos y grupillos de estalinistas, guevaristas, maoístas, troskistas y todas las raleas de las cloacas “revolucionarias” que justificaban la desaparición de un opositor, las matanzas de gentes inocentes con el cínico razonamiento “materialista” de que “la revolución exige altas cuotas de muertos”.  

Algo espantoso fue el hecho de que Jesús Bejarano supiera días antes que lo iban a asesinar, pidió ayuda y muchos de sus considerados amigos lo fueron dejando solo hasta que dentro de la Universidad el sicario enviado por Tiro Fijo, Arenas, Lozada, Reyes, Cano, Márquez le dio un tiro en la frente en nombre de nada.  

Todavía las FARC no habían tomado la decisión de que entrar en el narcotráfico estaba justificado revolucionariamente “para acelerar la caída del imperialismo y de la burguesía”.  

El asesinato de Jesús Bejarano fue acompañado, repito, del silencio vergonzoso no solo de la justicia colombiana sino de la llamada “izquierda de cafetería universitaria”, del malévolo silencio de quienes tantas veces vi salir efusivamente a su encuentro. De esos(as) que cuando calificaban a un discrepante de “Derechista” no volvían a dirigirle el saludo, lo censuraban.  

Leer a Bejarano es encontrarse con un pensador de la economía que entiende las lecciones que ya Adam Smith o Ricardo o Keynes, Hayeck  aconsejaban: para exponer un argumento económico es necesario contar con  un gran estilo literario que permita la clarificación de ideas e hipótesis y no pues como los marxólogos que, limitados a la aplicación del  desacreditado cliché  de lo “científico y de masas ” publicaron insoportables ladrillos que hoy nadie lee. 

Pensamiento crítico y por lo tanto liberal capaz de mirar la economía y los conflictos sociales bajo la perspectiva de un humanista para una paz fundamentada desde una lectura de la historia universal y regional y desde la premisa necesaria de la libertad.  

Los ocho tomos de su obra recopilados por la Universidad Nacional dan fe de una fervorosa pasión intelectual por la verdad que hoy en medio del asalto de la ignorancia cobra una urgente vigencia al convertirse en un punto de partida necesario para defender la democracia.  

El error de un alto el fuego con las FARC, nos recuerda Jesús Bejarano, fue aprovechado por éstas para su expansión territorial. Que no se repita ese error.