Por Rubén Darío Barrientos G. (foto)
El inefable Gustavo Petro, tenía que presentarse a dos audiencias de conciliación ante la Corte Suprema de Justicia, vinculadas con los punibles de injuria y calumnia. La primera, se refería a una querella instaurada por la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, con ocasión de un trino que lanzó Petro en el que se aseveraba que “en la Operación Orión se le ordenó a los soldados de Colombia, disparar contra su propio pueblo que estaba famélico y hambriento en la Comuna 13 de Medellín”. Y la segunda, hacía alusión a una querella presentada por Colombia Justa y Libre, dado que un tuiter de Petro afirmaba que “ese partido le robó una curul a la Colombia Humana”. Pues bien, a ninguna de las dos audiencias asistió Petro y su apoderado adujo que él tenía una incapacidad médica de cuatro días por complicaciones psiquiátricas. Y no se sonrojó siquiera…
Lo que llamó poderosamente la atención y generó una reprimenda en redes sociales, fue que Petro no obstante su problema de salud de índole psiquiátrico, sí asistió a la reunión de la Comisión Primera del Senado en que se ventilaban reparos al Plan Nacional de Desarrollo. Recibió fuerte repelo de Marta Lucía Ramírez y del senador John Milton Rodríguez, los querellantes. Muy merecido ello, porque fue una payasada de Petro, con el patrocinio de un galeno de nombre Felipe Atalaya Echavarría (médico particular y no de EPS), que se prestó para la tramoya. Es evidente que si Petro estaba en condiciones incapacitantes, pues no debió haber asistido ni a lo uno ni a lo otro. Vivimos en un país, donde una incapacidad no se le niega a nadie… Lo de Petro fue una burla a la justicia colombiana. ¿O no? (Lea la columna).
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