Rendidos de que la Jep y sus objeciones, sean: desayuno, mediamañana, almuerzo, algo, cena y merienda; mejor dicho, que constituyan titular principal de noticieros de radio, noticia en desarrollo de noticieros de televisión y portada de revistas, nos tenemos que aguantar los colombianos semejante bombardeo de sobreactuación congresional e informativa y de artillería política soterrada, desde todos los costados, ángulos, perspectivas, transversales, oblicuas y diagonales. Desde luego, estamos frente a otra polarización de país. Y no será la última.
Me voy a referir al debate del 29 de abril último, en donde no se permitió votar en la plenaria del Senado, porque fue una jornada de impedimentos y recusaciones, con el telón de fondo de detractores y defensores a ultranza de las objeciones a la ley estatutaria de la Jep. La sesión se inició después de almuerzo y el postre fueron señalamientos y, desde luego, impedimentos y recusaciones (un votico, vale oro). Fue una tarde de abogados y leguleyos, porque este tema se convirtió en un culebrón sin límites. Funcionarios del gobierno salieron a hablar con congresistas (especialmente Carlos Holmes Trujillo, que se las trae para hacer lobby) y todo fue un ir y venir tras bambalinas, pero con cámaras encendidas. (Lea la columna completa)
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