19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Largo y ancho: Declaración de renta, ¡risa me da!

Por Rubén Darío Barrientos G. (foto)

rdbarrientos@une.net.co

Muchas personas (entre ellas el presidente Iván Duque), creen que la declaración de renta es el espejo irrebatible y auténtico del patrimonio real de alguien. Todos sabemos que un bien puede estar a nombre de un fulano, de su cónyuge, de un familiar bien querido o de una sociedad comodín. No necesariamente las personas gustan de figurar como titulares de propiedades, de mostrar acciones en empresas o de rotular ceros a la derecha de costosos automotores. Todo depende de si soy alérgico a mostrar riqueza, de si hay procesos litigiosos que me desvelan, de si hay separaciones de bienes tocando la puerta, de si existen contingencias cercanas o de si hay estrategias tributarias que causen seducción. Por ello, la declaración de renta puede ser apenas un dato parcial de los haberes, por esa mentalidad chanchullera de muchos y porque el testaferrato es una figura antiquísima.

Para no ir muy lejos, hace un año, un importante portal colombiano (las2orillas) publicó una crónica que hizo saber que “la declaración de renta del presidente Juan Manuel Santos, muestra que omite parte de su patrimonio y deja de declarar más de $ 3.000 millones”. Es más, a principios de su segundo gobierno, Santos obligó también a sus ministros a publicar sus declaraciones de renta, pero él no lo hizo en ese momento. Incluso, el portal de marras subrayó que su patrimonio de $ 6.446 millones era muy bajo frente a las propiedades que tenía el presidente, a saber: un apartamento en el norte de Bogotá que vendió en 2017, (lo poseía en 2016, fecha de la declaración), una casa que estaba construyendo en Rosales (Bogotá) que valía por lo menos USD$ 2.000.000 y un apartamento en Key Biscayne, de una cifra muy carnuda. (Lea la columna).