24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Largo y ancho: Alan García, mejor y peor

 

Por Rubén Darío Barrientos G. (foto)

rdbarrientos@une.net.co

Ha muerto miserablemente Alan García, el expresidente peruano, tras suicidarse cuando la policía llegó a su residencia para cumplir con una orden de prisión preliminar por lavado de activos, tráfico de influencias, coimas y colusión. García, que sabía qué le esperaba, entró a su pieza, se encerró fingiendo contactar a su abogado, tomó un revolver y sonó un disparo seco. En efecto, había atentado contra su vida y a las cuatro horas falleció en un hospital. Abogado, sociólogo y político, de casi 70 años, fue para mí el mejor orador que ha tenido la política del Perú. Se hizo célebre por los balconazos (discursos en los balcones de palacio). De él dijo un analista que “era de Inflamado verbo y de oratoria castelariana”. Recitaba versos de Calderón de la Barca y en su capacidad frente al micrófono, no tenía rivales para manipular figuras literarias.

Recuerdo en las calendas de los ochenta a un Alan García que era un portentoso hombre de plaza pública.  Se mostraba, además, como un líder sinigual.  Su elocuencia, era comparable a la de Alberto Santofimio en Colombia: estentórea, fogosa y vibrante.  Su caudillaje, se asemejaba al de Luis Carlos Galán: carismático, impactante y persuasivo.  Bajo este escenario admirable, fue elegido presidente del Perú en 1985, cuando tenía apenas 35 años. Se constituyó en el mandatario más joven de América Latina. Su carrera política parecía tan vertiginosa, que todos los países de esta zona añoraban un hombre tan eximio y emblemático. (Lea la columna).