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En el fondo estamos llegando a la conclusión de que no se puede gobernar sin ‘mermelada’.
Por MarÃa Isabel Rueda (foto)
El Gobierno está sinceramente tratando de hacer las cosas bien, pero parece haber caÃdo bajo el hechizo de que casi todo le sale mal. Desde cosas fáciles como componer una terna, para la que sobraban los candidatos. Pero no, la Corte se la devuelve porque alguien no midió las consecuencias de ternar a una magistrada activa que tendrÃa que ser elegida por quienes ella misma eligió, repitiéndose el fenómeno ‘yo te elijo, tú me eliges’ que ya tumbó a un procurador. Hasta otra cosa fácil, como encontrar un nombre sin reparos para la dirección del Centro de Memoria Histórica, que, justa o injustamente, no pudo posesionarse.
Pero también se le caen cosas grandes. Diseña una reforma de la justicia vital para mejorar la gobernación de la Rama Judicial, y se la tumba un sepulturero que en la actualidad ocupa la presidencia de la Cámara. Intenta atinar con una reforma polÃtica cuya columna vertebral serÃa regresar a las listas cerradas, para evitar que cada candidato de cada lista se comporte como un feudo polÃtico. Una ‘mano misteriosa’ ordena hundir ese artÃculo, que desde luego tiene a varios pensando que si se cierran las listas tendrán que ir a pedirles cacao a los actuales o futuros directores de los partidos apelando a la ley de bolÃgrafo. (Lea la columna).Â
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