14 septiembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La resolución de conflictos necesita objetivos comunes

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Por Claudia Posada 

Son “explosiones de energía que viajan por el espacio, y que al llegar a la Tierra afectan satélites, redes eléctricas y sistemas de comunicación” conocidas por los científicos como tormentas solares y aunque parezca ciencia ficción “Un algoritmo de inteligencia artificial (IA) ahora las identifica en minutos, superando las limitaciones de otros métodos matemáticos que podían tardar años en entregar resultados”. Lo que cuentan estudiosos de la Universidad Nacional, para entender lo que ocurre en la atmosfera del Sol, sorprende tantísimo como la rapidez del alcalde de Medellín que, desde Estados Unidos, con prontitud asombrosa reaccionó a la bomba detonada a eso de las ocho de la noche el miércoles 10 de septiembre, a sólo cinco minutos del Centro Comercial San Diego, en un predio baldío en el sector de La Asomadera, barrio Loreto de la capital antioqueña. El mandatario local, Federico Gutiérrez, cuando apenas seguían subiendo por la vía a Las Palmas, patrullas de la Policía y otros vehículos oficiales, en redes sociales daba cuenta de los posibles autores del atentado terrorista: “En horas de la noche hizo presencia la policía en vía Loreto sector de la Asomadera para verificar la presencia de bandera alusiva al frente 36 de las FARC. En el sector hubo detonaciones y se pudo confirmar la afectación de una de las torres de energía de EPM. Personal del ejército y policía antiexplosivos se encuentran en el lugar. EPM también se encuentra el lugar verificando la situación, y aunque hubo alteración en la transmisión de energía, no hay usuarios sin prestación del servicio al momento. Este acto terrorista es en respuesta al golpe y abatimiento que hoy la Policía Nacional le dio a esta estructura en Campamento (Antioquia)”. El golpe que menciona el alcalde Gutiérrez sucedió el mismo día de lo acontecido en Medellín, es decir, la presencia de ilegales cometiendo actos terroristas en un sector urbano de la segunda capital mas importante de Colombia se registra, según el mandatario, acontece el mismo día de enfrentamientos a muchos kilómetros en un pequeño municipio de Antioquia. ¿Se deduce por Inteligencia militar? En todo caso no es por IA como en el caso de las tormentas solares.

Los artefactos que explotaron en la noche del miércoles 10 de septiembre, retumbaron brutalmente en varios sectores y aunque no dejaron victimas sí generaron muchísimo miedo, quizá era lo que se pretendía; pero ahora, después de tremendo susto, se recaba en las declaraciones del alcalde quien con tono de certeza da a entender que tenemos riesgos -aunque también hay decisiones de políticas locales- relacionados con estructuras guerrilleras a la vuelta de la esquina: “A todos los terroristas les vamos a seguir poniendo precio. Caen porque caen. Ofrecemos hasta $200 millones de pesos para quien nos dé información de los responsables materiales e intelectuales de la afectación contra la torre de energía el día de hoy. Colombia debe recuperar el rumbo”. Así las cosas, y para todo lo que impacta de alguna manera la esfera tanto nacional como subregional y local, quisiéramos el entendimiento “normal” que se espera entre el gobernante Gustavo Petro y los alcaldes del país. Es desalentador sentir la tirantez de unas relaciones que no se pretende sean las más afectuosas, pero al menos que sean corteses para poder tratar los asuntos que competen al país en su totalidad y a las partes que lo integran. Desde que tanto los asuntos menores

,como los de gran calado, incluyendo los de seguridad nacional, se ventilan por redes sociales y no en conversaciones telefónicas personales o otros medios privados, pareciera que todos juegan al más arrogante y de peor tono cargado de altivez y altanería. Es exactamente lo mismo que observamos cuando se pronuncian políticos con cargos de visibilización nacional o regional, en el Congreso o en escenarios de debates públicos: la soberbia es la reina que define el tono y el lenguaje. Además, algunos periodistas que entrevistan a personajes que no les simpatizan, acaban de completar el panorama hosco pues actúan como jueces montaraces con sus preguntas altaneras y concluyendo con interpretaciones viciadas.

No tenemos esperanzas de respirar mejor aire en Colombia, apto para concertar planes colaborativos que conduzcan al bienestar colectivo -a pesar de los problemas que nos aquejan de años atrás- mientras subsistan las ambiciones particulares que se erigen sobre la zozobra y la desilusión. Para los enemigos de la paz, concretamente para quienes contribuyen en la guerra con violencias originadas en las distintas ilegalidades, para aquellos partícipes de los negocios sucios que se amalgaman con sangre y fuego, es ventajoso ver que las buenas intenciones se estropean abriendo camino a espacios de agobio. Todos los gobiernos, hasta el presente, intentan de alguna manera -unos más otros menos- llegar a los acuerdos que suponen reconciliación para pacificar el país, pero no lo han logrado, ni se logrará mientras esté de por medio el narcotráfico. Mientras los gobiernos tienen cuatro años para sus intentos por conseguir logros, los otros no tienen ningún afán. Para la resolución de conflictos se necesitan objetivos comunes en las partes.