20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La reencarnación del peluquero Riverita

Jorge Alberto Velasquez Pelaez

Por Jorge Alberto Velásquez Peláez 

Eran los años sesenta. Heroicamente peleó con tres leones y una leona colimocha mientras estuvo en un safari en África; fue amigo personal del Papa Pablo VI, con quien se encontraba en ocasiones en el palacio pontificio de Castel Gandolfo; de profesión peluquero, atendía a sus clientes en “Riverita Barbería”, diagonal al teatro Sucre de Cali, pero también fue “sobandero componedor”, especializado en torceduras de tobillos.  

Un hombre versátil que logró fama nacional por sus mentiras, por el exceso de relatos y de cuentos exagerados plagados de imaginación y de fantasía, a quien sus clientes no podían manifestarle incredulidad alguna por sus increíbles historias, pues eran expulsados del negocio con motilada empezada y debidamente trasquilados. Ese fue Riverita.  

Y Usted no me va a creer esto que voy a decirle, y quizás piense que soy tan mentiroso como lo fue el peluquero caleño: Riverita se reencarnó. Así como lo leyó, se reencarnó, nada más ni nada menos, que en nuestro presidente Iván Duque, pero superándose respecto a su vida pasada que lo llevó a la fama, pues esta vez ha sido mucho más prolífico con sus mentiras, y ha tenido además la oportunidad de poder contárselas a todo un país, y no como antes, a un pequeño grupo de clientes de su Barbería.  

Pero antes de hacer una breve relación de las falsas verdades del reencarnado Riverita, quiero hacer una distinción entre los tipos de mentiras, a fin de que podamos establecer qué clase de mentiroso es nuestro presidente, quizás uno inofensivo como lo fue en vida pasada como peluquero, o muy nocivo como tantos otros mentirosos que conocemos muy bien y que han actuado en contra de nuestro país, con la complacencia y apoyo de muchos colombianos, a quienes al parecer les encanta que les mientan. 

Reitero, hay muchos tipos de mentiras, inocentes e inofensivas como las piadosas; preocupantes a veces como los autoengaños; peligrosas como los rumores y los plagios;  desconcertantes como las mentiras compulsivas; y las peores, las mentiras intencionadas o instrumentales, que son aquellas que se dicen para obtener un beneficio propio engañando a los demás, buscando un interés propio, como por ejemplo, ocupar una elevada posición en alguna importante entidad o empresa, e incluso, en la presidencia de un país.  

Riverita nunca hizo daño, fue un mentiroso humorista exagerado, pero al parecer en su reencarnación olvidó quien fue para convertirse en el mayor fabricante que haya tenido Colombia de engaños, y especialmente de promesas rotas, sin duda aborrecibles porque generan esperanzas a pesar de que quien promete jamás lo hace con la intención de cumplir con su palabra.  

203 promesas hizo en campaña “el que nos dijo Uribe”, y obviamente no voy a relacionarlas todas, pero sí algunas de ellas que, como muchas otras —que no mencionaré por limitaciones de espacio—, nunca fueron cumplidas, con lo cual estoy demostrando la verdad de la reencarnación del peluquero.  

Para empezar, y aunque a Usted le cueste creerlo, estas fueron palabras de nuestro actual presidente, antes de serlo: “Nos duelen los impuestos asfixiantes, las dificultades para crear y ver surgir un negocio, los abrumadores trámites burocráticos, las demoras en responder a las necesidades de quienes generan empleo.  

Nos afecta ver que la justicia premia a quienes han cometido los peores crímenes de nuestra historia, bajo el abuso de la palabra “paz”.  

Vemos que la corrupción campea descaradamente por todas partes mediante abusos de la contratación directa, carteles de contratistas, políticos financiados por sus compinches e instituciones prisioneras de la politiquería y el clientelismo.  

La agenda social está débil. La informalidad afecta la sostenibilidad del sistema de salud y del sistema pensional, y afecta severamente el sistema tributario. 

“Nuestro campo tiene en la informalidad un enemigo tenebroso”. Increíble, fueron palabras dichas por el actual presidente Duque.  

Veamos ahora sí, las que a mi juicio son las peores mentiras y promesas rotas de Iván Riverita: acabar con la polarización; desarrollar el campo; compromisos medioambientales; universidad gratuita; mejoras en la salud; no “hacer trizas” los acuerdos de paz; lucha de frente contra el narcotráfico, y obligatoriedad de la erradicación y sustitución de cultivos ilícitos; descongestión del sistema judicial; gran “Pacto de Cero Tolerancia a la Corrupción y Falta de Transparencia”; eliminar la mermelada en el presupuesto; independencia de los organismos de control; muralla china entre poderes públicos; servicio exterior profesional sin presiones de clientelismo; universidades agrícolas; racionalizar el gasto público;  diversificar socios comerciales y oferta exportable; transformar el campo; menos impuestos y contribuciones para mejores salarios; no al fracking; y mejorar condiciones de los pensionados y adultos mayores. Que a Nicolás Maduro le quedaban pocas horas para salir de la presidencia de Venezuela (van casi 24 mil horas desde ese profético anuncio) y que en 100 días su gobierno reconstruiría la isla de Providencia, son mentiras para concursos internacionales.  

En fin, hoy Colombia toda es una especie de “Riverita Barbería”, con un peluquero jefe y miles de estilistas que le acompañan con la mentira y la triste práctica de las promesas rotas.