18 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La precariedad del lenguaje político

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Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez 

En estos días de alborotada vida electoral lo que ya es más que evidente por parte de las jaurías de opinadores(as)  inventados(as) a última hora o desgastados(as) en decir lo mismo durante años de “periodismo político”, lo que ha quedado en claro es, no dejo de recalcarlo, la inmoderada manipulación del lenguaje tal como lo hace Petro a cada instante negando lo que acaba de afirmar y apoderándose y repitiendo con toda desfachatez y cinismo, como si fueran suyos, los argumentos y las propuestas de sus  contrarios. Estrategias del chavismo. 

De ahí la tarea del verdadero pensamiento democrático en lo que debe ser desde estos mismos momentos su objetivo de preservar la capacidad comunicativa del lenguaje, que consiste precisamente, en su negativa a ser instrumentado, en este caso, por las pautas publicitarias. 

Las Ciencias Políticas, la Historia de las Ideas Políticas sustituidas por profesionales del chisme, del embuste y la difamación condicionan desconociéndolas las verdades de la historia llevando a una confusión de la cual saca provecho este populismo.  

La instauración del absolutismo informativo mediante el cual “lo que he visto no lo he visto y solamente puedo creer lo que la noticia me “informa”, le abre espacio igualmente a estas peligrosas falsedades. Tarea permanente de respuesta crítica por parte de la verdadera oposición política, la reaccionaria, la que reconoce una herencia en lugar de eliminar y que responde a esta batalla cultural debidamente.  

¿Cómo se aniquila la verdad? La verdad implica el reconocernos en unos valores éticos, en los logros del progreso moral como lo reconoce la nueva Carta de los Derechos Humanos, el hecho de que todos somos iguales ante la ley, algo que el peligroso multiculturalismo como el que Petro y Francia Márquez están agitando, ya no recurriendo al desacreditado eslogan de la “lucha de clases”, sino  incitando a un abierto enfrentamiento entre etnias al grito de “el blanco es el malo”, tal como sucedió en el recibimiento al candidato exfajardista y afrodescendiente Murillo prometiéndole una futura Presidencia a sangre y fuego. 

Ya que una cosa es la democracia que intenta anular  la separación entre blancos y negros y que  ejemplarizó en Sudáfrica Mandela y otra el corte de cabezas del “blanco malo” que proclamó el Mau Mau en Kenya y hoy se repite con los grupos de fundamentalistas islámicos. 

Esta es la condenable estrategia del odio, el dejar flotando en el discurso la amenaza con acciones violentas en el caso de no ganar las elecciones. 

“Porque el multiculturalismo, recuerda Sartoris, no persigue una integración diferenciada, sino una desintegración multiétnica”.  

Callar ante el alarmante silencio de la tarea del Tribunal de Ética por parte del Consejo Electoral o la Corte Suprema de Justicia para condenar estos excesos, estas provocaciones propias del terrorismo, es dar aliento a los incendiarios, incentivar la discordia en los territorios, propiciar no la incorporación de los pobres sino convertirlos en resentidos tal como se está haciendo en Ciudad Bolívar y en Suba, en Cali y Medellín en los barrios populares.  

Al banalizar un delito como el cometido por Piedad Córdoba, como los desplazamientos de poblaciones enteras en Antioquia, Cauca y Arauca, Chocó, al callar ante la imposición de la obediencia de regiones enteras mediante las armas el día de las elecciones, lo que se está permitiendo es preparar el camino al asalto final de nuestra democracia, debilitándola con la participación de los infiltrados. 

¿Tendrán los seguidores(as) de Rodolfo Hernández   las mismas condiciones de seguridad con que cuenta hoy el petrismo para votar en el Cauca?