Por Adriana M. Cardona López
Hoy vemos cómo a los colombianos nos someten a continuar con un País lleno de taras, con su colección de egos, resentimientos y ansias de poder se mueven los políticos y todos se creen presidenciables, y que sus planes de gobierno son sacados de la IA como lo son el bienestar general, las oportunidades, la economía fuerte y desarrollo humano. Ellos ofrecen riqueza, buena vida, educación, salud, seguridad y gobernanza. Pero como esta sociedad de hoy olvido a” Dios” es cosmética, esnobista, modo influencer, modo bodega, sin criterio y sin poder de discernimiento político; nos vinculan a las elecciones con leones, payasos, hijos (as) de guerrilleros y este espectáculo hace que muchos de los colombianos de bien migren.
En este País vale más un vulgar concierto y un partido de fútbol y les parece muy cómodo llenar las listas al congreso con personas que no saben de leyes; pero si saben gritar, controvertir y apabullar al adversario político; pero que importa que no sepan legislar.
Y como al día de hoy siguen discutiendo sobre la guerrilla, paramilitarismo y narcotráfico y que son problemas que no ha sido resuelto de verdad, les da miedo ser un País próspero con solo una palabra “voluntad política y honestidad”. Demuestran con sus planes de gobierno que les quedo grande una campaña política coherente y honesta; donde se pueda prometer y ejecutar bienestar general; primero nos toca educarlos con disciplina política e ilustrarlos sobre el desarrollo humano, sobre gobernanza sólida, que no utilicen la justicia para disfrazar procesos y prostituir la Justicia y la administración del Estado no esté en mano de inclinaciones políticas sin principios y valores. Pretenden con malicia seguir en continuidad.
Esta nación esta fragmentada en todo sentido, dividida política y socialmente y la gente no quiere creer que estamos en crisis; ese discurso público de algunos candidatos deja mucho que pensar. Estamos viviendo un gobierno que no le interesa la seguridad y la buena gestión pública y esto conlleva a que los candidatos se desesperen y se crean algunos redentores; pero que su retórica hostiga, empalaga y que para recuperar el país debemos recibir el chantaje y votar. Mientras tanto seguiremos invitando a las Fuerzas Militares de Colombia a “sábados felices” y recordaremos con mucho cariño a Roberto Gómez bolaño y su Sketches cómico “La vecindad del Chavo”.
“No a la pólvora”
Una defensa a quienes no tienen voz.
Hoy vemos cómo las campañas tibias de las ciudades no persuaden a quienes de una forma cobarde y mezquina utilizan la pólvora, afectando a la sociedad en general. Y que los costos emocionales, pérdida de animales y los riesgos ambientales laceran el corazón y la salud. Y mientras tanto, las zonas francas son utilizadas para importar estos productos “Juegos Pirotécnicos”. Los empresarios que las importan están libres de aranceles y pueden traerlas todo el año. ¿Será que el gobierno los premia? ¿Y todos los seres vivos los castiga?
¿De qué vale existir una ley 2224 de 2022 y su reglamentación por decreto, cuando es una ley, como diría un refrán muy popular, ‘hecha la ley, hecha la trampa’, que nada aporta a la solución?.
«No se permitirá el uso y manipulación de artículos pirotécnicos tipo 3 en el espacio público, por personas sin capacitación o experiencia en la materia. Solo los técnicos que tengan vigente la licencia de manipulación de artefactos pirotécnicos, otorgada por la autoridad competente, podrán realizar dicha actividad conforme a la regulación de espectáculos públicos y eventos susceptibles de generar aglomeraciones», dice la ley. Como quien dice “No a la pólvora”. ¿Pero a dónde está la prohibición a favor de la sociedad en general, los animales y el ecosistema?
Y mientras tanto, la mercancía permanece dentro de una zona franca colombiana; no pagan los tributos aduaneros (arancel e IVA). La zona franca es un área geográfica designada con un régimen aduanero especial, donde las mercancías extranjeras se consideran fuera del territorio aduanero nacional para efectos de impuestos a la importación.


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