Por El Comité Editorial
The New York Times
Cuando el gobierno de Colombia firmó el acuerdo de paz en 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), una guerrilla de inspiración marxista, parecía un milagro poder finalizar el conflicto de medio siglo que mató al menos a 220.000 personas y devastó las zonas rurales.
El expresidente Juan Manuel Santos recibió un Premio Nobel de la Paz por negociar el complejo acuerdo con las Farc. Sin embargo, desde antes de que se firmara muchos ya se oponían al pacto, furiosos ante la perspectiva de que rebeldes o militares fueran a quedar impunes o escépticos de que el gobierno pudiera darle seguimiento a sus promesas de ayuda al campo. (Lea el análisis).
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