25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La otra epidemia: La indolencia nacional

@eljodario @Ivanduque

El próximo 13 de noviembre se cumplen treinta y cinco años de la tragedia anunciada de Armero.

Entonces nadie quiso hacer nada, a pesar de las advertencias de muchos, de las súplicas de expertos, del ruego de quienes sabían lo que se aproximaba. Gardeazábal fue una de esas voces admonitorias. El libro es el testimonio de la sordera colectiva.

Ediciones UNAULA recupera la obra que denuncia la incuria de los colombianos con las amenazas latentes de su naturaleza violenta. Cuarto volumen de la Biblioteca Gardeazábal. EN LIBRERÍAS DESDE AGOSTO.

Los sordos ya no hablan / Gustavo Álvarez Gardeazábal

Medellín: Fondo Editorial UNAULA, 2020, 292 p.

PVP: $40.000 

Los sordos ya no hablan es la novela que pretende hacer el juicio histórico de la mayor tragedia vivida por Colombia en sus últimos años: la destrucción de Armero. Con el mismo estilo que caracteriza su revisión de la vida colombiana, Álvarez Gardeazábal logra, en esta obra, confundir los límites de la realidad con los de la ficción, hundiendo el dedo en la llaga que aún, treinta y cinco años después de ese fatídico miércoles trece de noviembre de 1985, no ha cicatrizado en el recuerdo de quienes la vivimos.

Da a conocer la actuación de personas importantes del país, y de todo lo que no hicieron con respecto al problema que Gardeazábal veía venir y lo denunciaba en su columna de prensa.

Desde el ministro de Minas de aquel entonces, Iván Duque Escobar, hasta el presidente Betancur. Desde Manizales hasta Armero, dos ciudades que tampoco entendieron la gravedad de lo que se venía y no autorizaron que al Ruiz se le dotara de un sismógrafo. 

Treinta y cinco años después conocemos, por este libro, el inicio y final de la tragedia archivada en la historia para no juzgar a sus responsables, y cubierta habilidosamente con el velo del mito doloroso de la niña Omaira, que no pudo ser salvada de entre las ruinas.

Apasionante, contradictoria, inquisitiva, obliga a cualquier lector de sus páginas a emitir un juicio sobre lo que fue esa desdicha que sepultó a más de veinticinco mil personas.