24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La necesidad de promover el derecho de las mujeres a las profesiones STEM

Por Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

Sin ninguna razón científica y sólo por prejuicios sociales inveterados la proporción de mujeres en las profesiones STEM es muy baja.

Una sociedad igualitaria concede iguales derechos y privilegios a las mujeres que a los hombres. No basta, por ejemplo, que tengan ellas acceso a la educación superior si se les sigue, por valores y creencias ancestrales, menospreciando sus altos niveles de inteligencia y relegándolas a ciertas profesiones consideradas “suaves”. Situación de exclusión y de menos valía de su condición humana que es preciso debe desechar. No hace mucho tiempo a ellas les estaba vedado el acceso a la democracia participativa y a la educación superior.

Hasta 2019 los premios Nobel se han otorgado a 866 hombres y sólo a 53 mujeres, entre ellas doce en fisiología o medicina, cinco en Química y tres en Física. El muy apreciado premio Abel en matemáticas ha sido concedido sólo a una mujer (en 2019). El equivalente al premio Nobel en matemáticas, la Medalla Fields, también ha sido concedido a una sola mujer (en 2014).

Para poder atender debidamente las amplias necesidades sociales y el pleno desarrollo del potencial productivo del país se requiere que la inteligencia de las mujeres se ponga al servicio de los mejores avances en los campos científicos, tecnológicos y sociales, en los cargos de dirección y gestión de empresas de todos los tamaños, así como en posiciones de liderazgo político. A la vez, será obvio, aun para las mentes más desprevenidas, que es responsabilidad y compromiso general impulsar con denuedo la igualdad en ingresos laborales para las mujeres que desempeñan, con la alta eficiencia, un mismo cargo con las funciones iguales que realizan los varones.

En 2001 la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos introdujo el concepto de STEM, el cual es un acrónimo para referirse al necesario desarrollo de talento humano en ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas (Science, Technologies, Engineering y Mathematics). Se estimó que la formación en todos los niveles escolares las tuvieran como foco, propuesta que fue rápidamente acogida por otros países, en especial los más avanzados que han visto en riesgo su liderazgo tecnológico, político, cultural y económico debido a la carencia de recurso humano cualificado en determinados campos de las ciencias y de las tecnologías, asunto que se les ha agravado por el decrecimiento de la población razón por la cual cada vez más han tenido que recurrir al recurso humano altamente calificado de otros países.

Las profesiones denominada STEM, o sea aquellas que comprende el acrónimo señalado, en general, han sido ajenas a las mujeres sin ninguna otra justificación distinto al peso discriminatorio de la tradición como se indicó. Y todos sabemos que la tradición excluyente es difícil de superar. Pero, como no hay nada hoy que justifique y pueda sustentar la exclusión es menester impulsar desde ya en el hogar, la escuela y en toda la sociedad el principio de que hombres y mujeres, por igual, pueden aprender las ciencias, las matemáticas y producir desarrollos innovadores en ingeniería y en los más variados campos tecnológicos.

No hay ninguna razón para que muchas más mujeres puedan estudiar, a la par con los hombres, profesiones que son fundamentadas en las ciencias naturales exactas y naturales y también en las matemáticas. Bien es sabido, y reiterado con alta frecuencia, que las mujeres tienen capacidades intelectuales iguales a los de los hombres. Cuando se afirma lo contrario y se sustentan prácticas sociales opuestas a lo que la misma ciencia ha demostrado estamos frente al reflejo de un prejuicio que, como todos, es insostenible, aunque genera comodidad cognitiva o afectiva en muchos.

Todavía hubo alguien que recientemente y sin ningún asomo de vergüenza mandó a las mujeres trabajadoras a que regresen a la casa a lavar y a planchar. O, para empeorar el sexismo discriminatorio, obsoleto y ofensivo, recordar lo que el diputado polaco de nombre Janusz Korwin-Mikke dijo en 2017 en plena sesión del Parlamento Europeo: “Las mujeres deben ganar menos que los hombres porque son más débiles, más pequeñas, menos inteligentes”; y también lo afirmado por un bien reconocido jefe de Estado quien espetó: “No hay nada que yo ame más que a las mujeres, pero son diferentes de lo que se piensa. Son peores que los hombres, más agresivas y, caramba, pueden ser inteligentes”. Son reflejos de actitudes machistas y misóginas.

Las ciencias cognitivas han demostrado que no hay diferencias en la capacidad intelectual de hombre y mujeres, cualquier diferencia que se señale se debe a factores socioculturales usualmente asociados a las atribuciones que a lo largo de la historia las sociedades han asignado a hombres y mujeres. Conviene recordar el denominado “Efecto Flynn” (por el investigador James Flynn que lo caracterizó) que demuestra que, contrario a otros hallazgos en países nórdicos, en muchas culturas con el pasar de los años los cocientes intelectuales de las poblaciones son mucho más altos, atribuibles a mejoras en el medio ambiente, mayor acceso a información, más altos niveles de escolarización, mejor alimentación y cuidados de salud. Los niños y niñas hoy muestran cocientes intelectuales más altos que los que obtuvimos usted y yo hace años. Podemos estar avanzando hacia un mundo de mujeres y hombre superdotados, como parte de lo que se llamado la revolución cognitiva. (https://bit.ly/30ZBSTr).

O sea, niños y niñas son hoy más inteligentes sin que haya diferenciación entre ellos. Hecho que también debe llevarnos a considerar que ellos y ellas están hoy en mejores condiciones para el aprendizaje escolar, para el pensamiento divergente, para la creación y la innovación científica, social y tecnológica. Es necesario que en la escuela se reconozca que pueden unos y otras ser más inteligentes que sus maestros y que sus padres.

Cuando se dice que las mujeres tienen un sexto sentido no es más que una manera de desconocer su inteligencia, ocultándola bajo un sentido adicional inexistente. De una mujer que manifiesta su inteligencia, que razona bien y a profundidad, que tiene pensamiento crítico y autonomía cognitiva se dice que tiene un sexto sentido, no que es inteligente. Otro ejemplo de prejuicio sexista o abiertamente de ginecofobia.

Acaba de finalizar en Davos, Suiza, el encuentro del Foro Económico Mundial de 2020. Entre muchos asuntos que se abordaron estuvo el desafío de las vocaciones STEM. Se consideró que tanto a los sectores públicos como privados les corresponde ayudar a las mujeres en la transición hacia la sociedad hiper informatizada de la cuarta revolución industrial. Omitir el apoyo en esta transición causará un agrandamiento de la brecha digital entre los sexos. Con base en estudio del McKinsey Global Institute cerca de 160 millones de mujeres en el mundo necesitarán cambiar de trabajo dados los desarrollos en el mundo laboral producidos por infinidad de avances tecnológicos, a la vez que se destacó la evidencia que muestra que las compañías que promueven a las mujeres son más productivas. (https://mck.co/2RtsBQi).

Ha habido avances, pero muy lentos se destacó en el estudio. Al ritmo actual tomaría cerca de 20 años para lograr paridad en los puestos ejecutivos.  Se da el hecho de que un número más pequeño de mujeres se están graduando en los campos que seguirán creciendo en el futuro y que son esenciales para un trabajo futuro. La demanda de trabajo que requieren habilidades cognitivas y manuales básicas, así como desempeño físico están en declive, a la vez que crecen los trabajos que requieren habilidades técnicas y socioemocionales, lo cual lleva cada día más a que muchas mujeres les corresponda hacer cambios radicales en su vida laboral. En el mundo los hombres tienen una probabilidad mayor de acceder a Internet que las mujeres, ellas representan sólo el 35% de los estudios universitarios en profesiones STEM y menos del 20% de los trabajadores tecnológicos en países avanzados son mujeres.(https://mck.co/2RtsBQi).

La profesora Marcela Sánchez en investigación reciente señala que en la articulación de la educación con el sistema productivo se observa con claridad la discriminación de las mujeres. Dos tercios de la matrícula universitaria es de hombres en campos tecnológicos, matemáticas y ciencias naturales, con matrícula, todavía estereotipada, de las mujeres en el área de la salud, educación, ciencias humanas, economía y administración. En grupos de investigación los hombres duplican a las mujeres. (https://bit.ly/38ITUvB).

Es el tiempo de abrir los corazones y las puertas cerradas para que las mujeres con su inteligencia contribuyan al desarrollo científico y tecnológico y de la sociedad en general. Corresponde a padres de familia y maestros y a los diversos sectores productivos, acompañados por todos, contribuir a deshacer los prejuicios presentes en la sociedad que niegan la inmensa capacidad de ellas para crear, aprender y laborar en campos científicos y tecnológicos avanzados.