José Pete, portavoz de las protestas indígenas del Cauca –la minga que lleva casi un mes de bloqueo de la carretera Panamericana–, dijo este jueves que si la Fuerza Pública interviene para desalojar la vía, se producirá “la peor masacre de Colombia”. No es una alerta: es una amenaza, es lo que buscan muchos de los grupos delincuenciales ocultos tras la protesta.
Son bandas criminales que van desde disidentes de las Farc y al menos un frente del Eln hasta grupos de narcos de viejo cuño y mafias politiqueras que se han robado la plata de los indígenas con la ayuda de algunos de sus líderes. Tras la desmovilización de buena parte de la tropa y de los frentes de las Farc en la zona, estas bandas entraron a copar el espacio que quedó libre para el narcotráfico y otros crímenes, mientras el gobierno anterior miraba para otro lado.
Desde noviembre pasado, las Fuerzas Armadas comenzaron a actuar en la zona para recuperar su control. Y, como han avanzado, la respuesta de los criminales fue movilizar la protesta indígena y obligar a los uniformados a distraer sus fuerzas. Las provocaciones han sido permanentes, con el claro propósito de buscar una respuesta militar que desate la masacre que el señor Pete anuncia. Por fortuna, la Fuerza Pública no ha caído en la trampa.(Lea la columna).
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