28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La lámpara de Aladino

Guillermo Mejia Mejia

Por Guillermo Mejía Mejía 

La Lámpara de Aladino es uno de los cuentos incorporados a las Mil y Una Noches que Scherezade le narraba al sultán Sahriar para que no la decapitara al día siguiente de la boda, como había hecho con otras 3.000 mil mujeres antes de ella. 

El resumen de la leyenda es que Aladino se encuentra, en una cueva muy oscura, una lámpara antigua que, al frotarla, sale de ella un genio que posee la capacidad de ofrecer lo que quiera al que tiene la fortuna de restregar el dedo sobre el pedernal. La narración, que es muy larga, termina con un final feliz y es que de ser un muchacho pobre se convierte, por obra del genio, en un millonario y se casa con la hija del sultán llamada Badoulbradour y vivieron muy felices. 

La historieta, que es clásica en la literatura y en el cine, se parece muchas veces a lo que acontece en la vida real. Hace pocos días apareció en la prensa nacional y en las redes sociales una historia parecida a la de Aladino: el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, fundador de Amazon, invierte, con otras figuras de renombre internacional, en una empresa de dos jóvenes colombianos, la asombrosa suma de 100 millones de dólares cuyo objeto es la especulación en propiedad raíz en toda Latinoamérica, especialmente en vivienda y centros comerciales. 

Crear una empresa en Colombia no es una tarea fácil pues se requiere de un capital respetable que tenga origen legal y un crédito abierto en el sistema financiero que está diseñado solo para prestar al que tiene con que responder; definir un nombre que no esté patentado a nombre de otra empresa; estructurar el tipo de sociedad y el esquema contractual con sus estatutos; registrarla ante la Dian y solicitar el acceso a la facturación electrónica; inscribirla ante la Cámara de Comercio; abrir una cuenta empresarial y afiliarla al sistema de seguridad social, entre otros extenuantes requisitos. 

Pues eso fue lo que les pasó a estos muchachos que se encontraron la lámpara de Aladino y de la noche a la mañana, de vender manillas y sombreros vueltiaos, pasaron, por obra del genio de la Mil y Una Noches, a ser unos de los empresarios más ricos de Colombia con un negocio que se dedicará a comercializar, inicialmente en Latinoamérica, uno de los bienes más escasos del mundo: la tierra. 

La pequeña historia que sigue parece que no tuviera nada que ver con la anterior de Aladino, pero de alguna manera sí están relacionadas. Resulta que don Santiago Pérez Manosalva fue un presidente de Colombia entre 1.874 y 1.876, pues el periodo presidencial era de dos años, no de ocho como llegó a ser después, y cuando ocupó la sede presidencial que era el Palacio de San Carlos, su esposa doña María Josefa Triana Silva, no encontró un comedor adecuado para recibir a los huéspedes ilustres que llegaran a comer a palacio y trajo prestado el que tenía en su casa. Cuando el mandato del presidente Pérez terminó, doña María Josefa llamó al mayordomo para que retirara sus muebles de comedor del palacio presidencial y los devolviera a su casa, a lo que el primer mandatario le dijo: “Nadie vio entrar esos muebles, pero muchos los verán salir. Déjelos ahí”. 

Es mejor dejar los muebles del comedor en el palacio presidencial, así no sean del Estado, que dar la sensación del aprovechamiento de las ventajas del poder. Admirable la delicadeza del presidente Santiago Pérez. 

La moraleja es muy simple: el poder, teóricamente, no está diseñado para enriquecerse y en Colombia varios expresidentes salieron más pobres de lo que entraron como fue el caso patético de Marco Fidel Suárez quien tuvo que vender sus libros para lograr subsistir. Por eso fue necesario crear la pensión para los expresidentes pues, en el caso del mencionado, estaba de por medio la dignidad del primer cargo de la nación. 

Durante la crisis desatada por la muerte de Gaitán en 1.948, algunos liberales le sugirieron al maestro Darío Echandía que asumiera el poder y él contestó: “¿El poder para qué?” 

Ya sabemos la respuesta a la pregunta del maestro. Cuando se frota la lámpara de Aladino del poder aparece el genio que te hace rico en un abrir y cerrar de ojos.