23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La Importancia del primer día de iniciación del año escolar

Por Enrique E. Batista J., Ph. D.

https://paideianueva.blogspot.com/

Está próximo a iniciarse un nuevo año escolar. Como siempre, lo que ocurra el primer día de clases puede marcar mucho del éxito o fracaso en los propósitos educativos frente a niños y jóvenes adolescentes que nacieron y viven en un mundo diferente al de sus padres y maestros. Niños y jóvenes que necesitan ricas oportunidades educativas para que alcancen metas formativas que los habiliten para una vida próspera en una sociedad justa e incluyente.

El primer día de escuela es oportunidad para el cambio y la innovación educativas. Es la oportunidad para promover variedad de estrategias de aprendizaje activo, personalizado y situado en realidades específicas nuestras y del mundo globalizado e informatizado en el que estamos todos inmersos.

La escuela tiene un origen interesante y curioso. Se lee en los diccionarios que la palabra “escuela” tiene su origen en el griegoscholé con el significado de tiempo libre, estudio y ocio. De ese origen se ha mantenido en los más diversos idiomas: School en inglés, schola en latín, scuola en portugués, schule en alemán,école en francés, okul en turco, isikole en Zulu, szkoła en polaco yshkola en ruso.

La profesora Cristina García resume bien el origen de la escuela. Para los helenos en la civilización griega la jornada diaria era de tres partes o realidades: la ascholía (ocupación, trabajo, compromiso), el anápausis (descanso, reposo, recreación) y el skholé (el ocio o vacación). De ahí que por etimología “escuela” llegó a ser espacio en la vida para el tiempo libre, estudio y ocio. Es decir, la escuela comprende tanto estudiar cómo saber usar el tiempo libre y también abarca el ocio, voquible este último que entre los griegos era el espacio dedicado al aprendizaje, a la experiencia intelectual, a la formación humana que llevase a la realización personal y a una vida feliz. El ocio entre los helenos tenía dos componentes centrales: la música y la contemplación.  El ocio es el cultivo del espíritu. Laskholé (escuela) era para el ocio en el sentido aquí dicho como el cultivo del espíritu, base necesaria para alcanzar la perfección humana. En ese proceso de humanización se constituían grupos dirigidos por algún maestro para meditar o abordar discusiones sobre filosofía, política, artes y música. (https://bit.ly/38OVH36).

En su origen, nada se opone en la escuela al tiempo libre, lo que no connota hacer nada o perder el tiempo; por el contrario, es usar el tiempo creativamente para el crecimiento personal en su dimensión espiritual y alcanzar altos niveles formativos, es la búsqueda del conocimiento, de explicaciones de la realidad, de formar hábitos intelectuales y motivación específica para construir lo que desde entonces se llamó “teorías” como explicaciones válidas de los fenómenos sociales, naturales y políticos.

La tradición helénica de la escuela la observamos en el artículo 5 de la ley general de la educación (115 de 1994) que entre los fines de la educación destaca: “El desarrollo de la capacidad crítica, reflexiva y analítica… orientado con prioridad al mejoramiento cultural y de la calidad de la vida de la población… así como en la valoración del mismo como fundamento del desarrollo individual y social y la formación para la promoción y preservación de la salud y la higiene, la prevención integral de problemas socialmente relevantes, la educación física, la recreación, el deporte y la utilización adecuada del tiempo libre”.

Entonces, hoy pasados los primeros cuatro lustros el siglo XXI, hay amplios antecedentes en lo que debe ser una formación escolar y ciudadana. Ha existido una variedad de modos de escuelas, pero todas convergen en la socialización, humanización y adquisición de conocimientos, habilidades y valores que faciliten la convivencia ciudadana y el progreso material y espiritual de todos. Pero, con frecuencia, las prácticas educativas asumen visiones contrarias a esos altos fines perturbando y confundiendo la esencia misma de lo que es y debe ser la formación escolar.

El primer día de escuela es para ratificar el propósito común de padres de familia, maestros y alumnos que determina que las acciones pedagógicas y demás estrategias formativas son para promover la alegría en el aprendizaje, más allá de escuelas y aulas como espacios de temor y de castigos. Se tendrá en mente que muchos padres de familia tuvieron experiencias negativas en su escolarización las cuales pueden influir de manera negativa en la actitud y motivación de sus hijos como alumnos.

Ese primer día escolar se planta la semilla para que la escuela no sea un lugar temible para los alumnos y tampoco para sus asustados padres. Ese primer día se deja claro que se considerará y aplicará la “ley de las emociones en el aprendizaje”, esa que dice que los procesos cognitivos y volitivos están recorridos por el afecto, las emociones, el entusiasmo y la motivación; esa es la misma ley que lleva a descartar viejos esquemas mentales y a enriquecer la comprensión de las distintas realidades con el entusiasmo y pensamiento divergente que genera la satisfacción, la alegría de aprender.

El primer día de escuela es para superar los obstáculos que para el aprendizaje y proceso formativo general representa el énfasis en las calificaciones, en la examinación como un medio de control en lugar de estrategias pedagógicas de seguimiento y acompañamiento permanente al progreso de cada alumno. El dictado para examinar contraría la naturaleza activa de quien aprende y lo limita a un ser pasivo, carente de habilidades creativas, analíticas y críticas. Parafraseando a Mark Twain, tratar de enseñar dictando información y con la amenaza de lograr la atención de los alumnos con un régimen disciplinario a la mano es lo mismo que tratar de mantener bajo el agua a 35 o 40 corchos a la vez. Los estudiantes se saldrán de ese embrollo que arme el maestro y las metas de aprendizaje se van al suelo.

Es también el primer día escolar una oportunidad para superar el dictado y copiado en clase e impulsar el trabajo motivador para alcanzar sólidos aprendizajes basados en problemas, proyectos o desafíos emocionales, proyectos en donde cada alumno puede hacer sus mejores aportes y aprender en colaboración con los demás.

El conocimiento no se dicta, es el resultado de un proceso cognitivo complejo que involucra activamente al alumno. Ese primer día, se deja claro que recibir información pasivamente no lleva a los logros de alto poder deseados. Por ello, se hará clara la ley del aprendizaje escolar denominada “ley de la plasticidad cerebral”. El cerebro humano no está hecho para ser un repositorio de datos simples ni para recordaciones meramente reproductivas; mediante el mismo se accede a información, se procesa en contextos reales y se le da sentido. Desde tiempos muy idos se sabe que la mente humana no es una “tabula rasa” sobre la que se imprime la información dictada, pero hay mucha práctica escolar arraigada que procede como si así fuera.

El primer día de escuela es para ratificar, con base en la ley del aprendizaje denominada “ley incluyente del aprendizaje” la cual prescribe que todos los alumnos, incluidos los que tienen habilidades diferentes a las académicas, son capaces de aprender y aprender de modo constante. Las habilidades diferentes son ganancia pedagógica. Esas diferencias constituyen parte de la riqueza que cada alumno puede aportar en los procesos de aprendizaje colaborativo. Cuando se aprende se cambia la estructura física del cerebro; se pone en marcha un conjunto amplio de conexiones neuronales. Ningún alumno entra a la escuela con la mente vacía. Ese primer escolar día se hace claro que no tiene cabida el modelo educativo unisex y de una sola talla para todos.

El primer día de escuela se reafirma la ley del aprendizaje llamada “ley de la prioridad socioemocional”, mediante la cual se reafirma que los logros educativos más importantes son los referidos a las habilidades socioemocionales, antes que los de contenidos académicos. Entre ellas están: autoestima, asertividad, identidad cultural, solución de problemas y conflictos, convivencia pacífica, organización, trabajo en equipo, solidaridad, liderazgo, control emocional y autónomo, razonamiento lógico y empatía.  O las agrupadas en las siete “C”:  Creatividad, Pensamiento Crítico, Comunicación, Colaboración, Ciudadanía, Cultura y NaCión (país) (http://www.p21.org/our-work/elf). Son ellas logros educativos esenciales para el armónico vivir de sociedad y el desempeño exitoso en un trabajo y el desarrollo armonioso de un  plan personal de vida, para toda la vida.

El primer día de escuela es para conocer la diversidad de riqueza que aportan los alumnos, es para enfatizar los recursos para aprender, es para la construcción de ambientes interactivos múltiples de aprendizaje. Y es para aplicar las diversas leyes de aprendizaje. (https://paideianueva.blogspot.com/).

Entonces, se inicia un nuevo año escolar para que al fin podamos dar curso a la proclama de Gabriel García Márquez en el Informe de la primera Comisión de Sabios titulado “Colombia al Filo de la Oportunidad”. Una proclama para progresar con la educación no al filo de un despeñadero en donde se frustren las aspiraciones de la sociedad sino una que nos lleve a un país al alcance de los niños y jóvenes y superar, como lo señaló él hace ya un cuarto de siglo, a nuestro modelo de educación conformista y represivo como si estuviese concebido para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no fue pensado para ellos.(https://bit.ly/34xVTAo).