10 septiembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La historia impredecible

Haga Click

Image Map

Por Darío Ruiz Gómez 

Cuando yo digo que al subir al poder Petro no había engañado a nadie es porque en ningún momento de su campaña política se disfrazó de demócrata para engañar a los electores, tal como sí lo hizo Chávez.

Lo que no vieron o pretendieron no ver los engañados es las argucias publicitarias  con que se creó un supuesto adversario, contó con un electorado de base, Fecode, el sindicalismo de izquierda, la masa de universitarios creyendo que apoyarlo era apoyar una revolución que iba a cambiar de inmediato la sociedad introduciendo de salida las reformas profundas con que de una generación a otra se habían ido intercambiando la supuesta herencia de una revolución marxista.

Soñaban unos y otros, la clase política arribista que nada más poner pie en el Palacio de Nariño que  la educación se plantearía radicalmente hacia la “incorporación de los saberes ancestrales” y la salud llegaría de inmediato a pueblos, veredas apartadas, barrios con miles y miles de hospitales, clínicas, profesionales de la salud, una industria farmacéutica nacional.

Ya a estas alturas los campos de Colombia verían a campesinos alegres explotando con nuevas tecnologías la tierra, etc, etc. Nadie ni muchos de ellos mismos hubieran pensado que este grupo de exguerrilleros con una ideología populista sin bases científicas, con un desconocimiento total de la realidad del país, hubiera caído desde el primer día de gobierno se transformara en la mayor organización criminal que haya conocido nuestra historia, basura proveniente de lo peor, ávidos por enriquecerse para escapar de su condición social, es decir traidores a su clase.

¿Cuántos miles y miles de millones gastados aún en un Ministerio fantasma como el de la Igualdad cuando lo que han demostrado es su aversión hacia la igualdad? Y también ciertos grupúsculos de los intelectuales, del profesorado que sin  reato se deslizaron de la izquierda al populismo, destruyendo  los principios de nuestro civilismo, de nuestra  educación superior tratando de disimular su medianía, prohibiendo lecturas, referencias de la cultura universal para reducirse a un pénsum para  perezosos porque bajo los sofismas de “dar voz a quien carece de ella”, desapareció el rigor académico, la investigación, pensando que “inevitablemente  la revolución tenía que llegar”.

Es la hora de las tinieblas, de la más infame censura y persecución a la libertad lo que estamos viviendo en un momento en que la violencia de los grupos criminales – esto parece un pleonasmo- va de la mano de la afirmación de sus territorios y en que ante la mirada impasible y por eso cómplice de quienes se llamaban demócratas se desplazó a 60.000 personas a bala y fuego para establecer un territorio sin fronteras al ELN y ahora quiere Petro instalar 25.000 soldados.

¿Qué supone entonces la presencia de los navíos norteamericanos en aguas venezolanas cuando Putin, Jin Ping, Kim Jong- On y el Presidente de la India han firmado un acuerdo con un ostentoso desfile de tropas de por medio para “combatir el fascismo ucraniano”?

Maestros y empresarios, universitarios y gentes humildes han sido traicionados. De aquí a un año y bajo esta ola de terrorismo sin limitaciones ya no habrá carreteras, la Ley del Oeste se impondrá por encima de la justicia universal, la estrategia de incomunicar al país tal como es evidente en el incumplimiento de la doble calzada Popayán-Cali, de la Panamericana, etc, convertirá la geografía nacional en un infierno. Y a estos territorios se trasladarán los contingentes del ELN y las FARC que serán desalojadas de Venezuela, pero Maduro y sus capos caerán, no lo duden.

La historia es imprevisible como lo demuestran las caídas de los grandes dictadores, de las falsas utopías políticas, sobre todo cuando, como ahora, ha irrumpido un imprevisible detonante del caos como lo es el narcotráfico.

Repetir, repetir en voz alta el número de asesinatos semanales de soldados y policías, de campesinos. Repetir.