18 octubre, 2025

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La gentrificación: otro problema que coge ventaja

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

“La gentrificación no es un progreso” así tituló su artículo Leidys Vanessa Machado Rentería, estudiante de Ciencia Política en la Universidad de Antioquia, en ese entonces finales del 2023. Columna de opinión que, como tantas otras que publican en medios independientes, universitarios y comunitarios, sorprenden gratamente pues están fundamentados en juiciosas investigaciones, análisis o estudios sesudos que no pocas veces alertan sobre fenómenos sociológicos como éste, dignos de ser tomados muy en serio. «Es una injusticia social lo que se hace con las comunidades por acomodar a unos pocos con dinero. Si Medellín continúa con esas modificaciones excéntricas en los barrios y enfocada en satisfacer las necesidades y gustos de los nuevos residentes, con mucho mayor poder adquisitivo, la cuidad será inasequible e invivible para muchas personas»; enunciaba la estudiante Machado Rentería en el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.

Por su parte, apenas hace pocos días, este viernes 11 de julio en el periódico El Colombiano, se puede leer un artículo de Santiago Palomino Ochoa, titulado “La gentrificación en México empieza a pasar factura”, el mismo queprende alarmas sobre el fenómeno que en el país centroamericano está generando graves conflictos.

Son crisis sociales que aparecen y se agudizan día a día, como en España, y empiezan a sumar sobre las tantas que se presentan en ciudades atractivas para visitantes extranjeros y que mueven economías aparentemente sanas si se les mira como ingredientes para el crecimiento del sector turístico. En Medellín, recientemente, se viene divulgando información que da cuenta de nuevas construcciones hoteleras, por ejemplo, lo que es mirado con buenos ojos si se analizan variables como la generación de empleo o el estímulo a sectores relacionados con la llegada de visitantes a la ciudad. Pero infortunadamente hay otra cara de la moneda y es la que amerita atención oportuna y determinante de quienes tienen en sus manos las decisiones de ciudad.

A manera de ejemplo, traigo a cuento el recuerdo de un informe publicado en una de las dos administraciones del doctor Juan Gómez Martínez, primer alcalde de Medellín por elección popular, en el cual el mandatario local hace una observación muy pertinente al referirse en el diagnóstico de seguridad de la ciudad, al número creciente en ese momento de bandas delincuenciales que se estaban estableciendo peligrosamente. Con el paso de los años, esa cifra ha aumentado y se ha convertido en un gravísimo problema pues se han tomado la ciudad con tentáculos impensables en cada uno de sus dominios. Con esto quiero decir que, no es solamente el alcalde de turno, ni los ciudadanos arriesgados, ni las fuerzas del orden exclusivamente, los llamados a ejercer ciudadanía desde sus competencias, con criterios legales y eficaces, a quienes les toca defender la territorialidad; es también (y poco se ve) con medidas y gestión de los concejales – aparte de las instancias mencionadas-  al igual que todas las otras dependencias y organismos del Estado con funcionarios de las tres ramas del poder público, ancladas en las capitales de departamentos y demás municipios que por su autonomía podrían actuar más, hacerlo oportunamente y quejarse menos mientras los problemas cogen ventaja. Los ciudadanos nos sentimos impotentes ante tanta confrontación, amenazas incluidas, tergiversaciones (orquestadas en los medios), y, ¡ni hablar! lluvias de demandas que van y vienen, en vez de trabajar todos responsablemente por el bienestar colectivo.

Volviendo al artículo de Vanessa Machado, aclaro que con lo anterior referido quise decir que en los pueblos -pequeños municipios- grandes y medianas ciudades, cogen ventaja los nacientes problemas porque no se enfrentan a tiempo. O porque ciertos asuntos de ciudad, como el que nos ocupa hoy aquí, son presentados hábilmente como proyectos plenos de bondades, ocultando la otra cara. “La gentrificación no es un progreso” nos habló de un futuro muy preocupante. Ese ya está en el presente. Es lo que sabemos y vemos a diario mostrado como planes de prosperidad porque son proyectos de alto valor, pero en realidad son inversiones de los millonarios para favorecer sus arcas privadas; o son programas de gestión pública con presupuesto local para contratar a los del sector privado que es beneficiado por “mero y puro reconocimiento objetivo a lo que saben hacer”.   Pero no se trata de afrentar al sector privado, de ninguna manera, se trata de llamar la atención sobre las inmensas ventajas que nos traería el consolidar proyectos de gran calado con la participación de los sectores privados y públicos, además cuando sea del caso, de la academia y las comunidades, para racionalizar recursos y aprovechar saberes, sin atropellos. El Estado es paquidérmico, requiere las habilidades y conocimientos de los privados integrados a sus propuestas, no para socavar juntos las arcas públicas, sino para aprovechar al máximo los presupuestos del erario en beneficio de la sociedad toda, según el entorno y las necesidades.

 Decía la estudiante de Ciencia Política, Leidys Vanessa, en su columna de opinión en el año 2023 que “A lo largo de los últimos años Medellín se ha visto envuelto en el boom de la construcción de proyectos urbanísticos y la renovación de áreas deterioradas de la ciudad. Si bien esta revitalización tiene sus beneficios, es importante considerar el impacto que la gentrificación está teniendo en la comunidad local y cuestionar el supuesto progreso que esta otorga y a quienes se lo otorga”. Siguen creciendo, como lo vemos ahora, construcciones de complejos arquitectónicos pensando en que “necesitamos” más extranjeros que vengan y gasten mucho, y entonces para ellos hay que construir hoteles dignos de competir con Dubái, o al menos, con Madrid o Ciudad de Méjico. Mientras las vías no están siendo suficientes para los automóviles, buses, volquetas y motos; no son suficientes y no hay para donde ampliarlas, en la capital antioqueña estamos a muy poco de competir con Bogotá en el tiempo que duramos en un trancón. ¿Está Medellín diseñada como ciudad de vocación turística? ¿Reúne características y condiciones ideales en cada una de sus variables? Bueno, ese es otro tema y los expertos responderán.  

Sumamente interesante el artículo de Vanessa Machado que recomendamos como reflexión para los urbanistas; así como sugerimos la lectura -particularmente a los dueños de las decisiones de ciudad- de lo que está sucediendo en España y Méjico originado en la gentrificación. Este es un asunto actualmente muy difundido en las distintas redes sociales y todo tipo de comunicación digital, en los medios impresos son tema de las primeras páginas en grandes y pequeños diarios dada la complejidad de los componentes que conlleva el tema. “Otra cuestión fundamental a tener en cuenta es el impacto ambiental de la gentrificación, ya que la mayoría de los proyectos de desarrollo no son sostenibles ni respetuosos con el entorno. Es decir, se derriban árboles, se destruyen espacios verdes y se pierden áreas naturales en beneficio del crecimiento inmobiliario. Esto puede tener efectos negativos para el ecosistema local y la calidad de vida de los habitantes de la cuidad”. Y con este remate de la estudiante Machado Rentería, finalizo mi columna: “La gentrificación en Medellín no puede considerarse progreso debido a que arrasa con un montón de cosas tanto simbólicas como estructurales que afectan la vida de los más necesitados. Visto que sus vidas se ven afectadas drásticamente por cambios bruscos para los cuales no están preparados ni tendrían por que estarlo. Es una injusticia social lo que se hace con las comunidades por acomodar a unos pocos con dinero. En este orden de ideas, si Medellín continúa con esas modificaciones excéntricas en los barrios y enfocada en satisfacer las necesidades y gustos de los nuevos residentes, con mucho mayor poder adquisitivo, la cuidad será inasequible e invivible para muchas personas”.