Por: Adriana M. Cardona López
Dicen los que saben que, si le hiciéramos caso a la Real Academia Española, sacaríamos como conclusión que Colombia está gobernada en su mayoría por rebeldes políticos, revolucionarios, incendiarios, agitadores, sediciosos, subversivos, que creen que tienen la ventaja.
¿Y quién creyera? Que los colombianos estamos atrapados en el artículo 40 de la Carta política de Colombia y el control político deberá ser buscado en la Registraduría Nacional.
Para las próximas elecciones de Presidente tendremos que educar y recurrir a la sensatez política; ya que si nos descuidamos el control electoral lo ejercerán a favor de quien quiera aferrarse al mandato.
Y dicen los que más saben como lo son los analistas económicos, los periodistas arrepentidos, los que estudian la psiquis de los demás y los clarividentes, que el principio de legalidad a su favor abundará para seguir enquistados en el poder y que no hay ningún sustento probatorio para descalificar este gobierno. Ya que el partido liberal y conservador se les salió de las manos, sus pensamientos de avanzada y rebeldía.
Quisieron dar catedra de cambio, oxigenación, libertad, progreso y el diablo les prestó la cola a estos partidos políticos de tradición y este no quiere recibirla de nuevo. ¿Pero, qué hacer con estas costumbres y mañas políticas donde cada día la democracia va perdiendo sus bondades y que la participación efectiva de los asociados ha sido pisoteada y que aquellos que buscan un verdadero Estado social de derecho tendrán que esperar? ¿han convertido a Colombia en un festín?
La normatividad nos ilustra (Decreto 1010, de junio 6 de 2000), por el cual se establece la organización interna de la Registraduría y se fijan las funciones de sus dependencias, el artículo 35 numeral 3 señala como una de las funciones de la registraduría delegada en lo electoral “Proponer, coordinar e implementar las políticas y estrategias orientadas a garantizar el desarrollo óptimo de los procesos electorales y los mecanismos de participación ciudadana”.
Como diría quienes investigan y son observados en sus investigaciones, para saber cuánto saben (aquí la ley está a su favor y no vaya hacer que nos encierren el gato). Y como no existen verdades objetivas, recurriremos a la ataraxia, que es la meta última de la vida humana.
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