En Colombia, con 46 millones de habitantes según el último censo, la audiencia en televisión o el rating, como lo llaman, corre por cuenta de apenas mil cien personas, cuyos hogares son escogidos previamente.
De acuerdo con lo que en esas casas se vea en el llamado horario triple AAA, se determina cuáles fueron los programas más vistos, y en consecuencia esa minoría opina por usted, por mí, por el de más allá, por todo un país.
Y hace creer que todos estamos estresados y haciendo fuerza, por ejemplo, porque un transgénero llora, deja de comer, ríe, va al baño o lagrimea por un desplante.
Y nos meten doblado y sin anestesia, un comercial de una hora para enriquecimiento de algunos y padecimiento de todos los que tienen que soportarlo, lo que presentan como una gran novedad y algo poco menos que parido en la estratosfera, en tanto unos amanerados y una decadente comentarista de moda, dirimen a su manera supuestas diferencias. (EJE XXI).
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