Ahora el maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal se define como un enchuspado preso, gracias a cometer el delito de tener más de 70 años de edad.
Y en su crónica número 16, titulada “Se murió Peñita”, se refiere a un personaje que no lo mató la peste, sino la leucemia. Dice que Peñita, Armando Pérez Mosquera, era el más inteligente y menos amado de los intelectuales caleños, pretendido descendiente de hidalgos pero solo lo era del dueño de la farmacia y de la señora de una panadería.
Peñita les escribió discursos a los grandes cadáveres para que los pronunciaran y fue sepultado en absoluta soledad.
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