20 junio, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

La clase política fue advertida, no amenazada 

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

“Hacemos un llamado al Gobierno Nacional a ser implacable y a intensificar la ofensiva contra los grupos armados, y a los colombianos a rodear nuestras instituciones. Es urgente redoblar la tarea de inteligencia y la cooperación entre todos los organismos armados, mientras se solicita a la comunidad más colaboración respecto a hechos y personas sospechosas. Los culpables deben pagar por sus crímenes”. Este párrafo hace parte de una columna de opinión publicada en el diario La República escrita por José David Name Cardozo con el títuloRechazo absoluto. El autor es Senador por el partido de la U y de él me llama la atención su trayectoria en el Congreso colombiano que se resume así: “Su bandera principal ha sido impulsar el desarrollo de las Energías Renovables No Convencionales, a través de leyes como la 1715 de 2014, de la cual fue autor y ponente, la Ley 2099 de 2021 de Transición Energética, la Ley 2169 de 2021 Acción Climática, Ley 2232 de 2022 Plásticos de un solo uso. También, ha promovido leyes de gran importancia para el país como: Ley continuidad y cobertura del gas combustible en el país, Ley de reducción de emisiones vehiculares contaminantes provenientes de la gasolina, Ley antitabaco, Ley de vivienda militar, Ley de servidumbres petroleras, entre otras”. Lo anterior, nos da una idea clara de su compromiso con lo ambiental, además de diversos asuntos interesantes que hablan de su trabajo;  agregaría para aprovechar su nombre que, en mi opinión, la Ley de Ordenamiento Territorial, otro de los temas que para el congresista Name Cardozo ha sido de su interés, a mi juicio es una ley muy ignorada por autoridades civiles de los niveles nacionales, departamentales y sobre todo municipales, dado el desorden evidente que se observa en las áreas urbanas, al igual que, por la desatención a la normatividad, en zonas rurales de pequeñas, medianas y grandes poblaciones.  

Pero volviendo a la su columna publicada este fin de semana en La República: Rechazo absoluto, con respecto a su contenido y forma deberíamos sentirnos identificados. En ella se percibe escrita con sentimiento patrio sincero, pero sobre todo con sensatez y objetividad, sin odio nacido de sectarismo político, más bien, invitando al respeto por las instituciones, a los deberes de la ciudadanía (o tal vez, diríamos, a las obligaciones que nos competen como colombianos que nos sentimos gente buena -que somos tantos-  pero a quienes nos falta empoderamiento como tales) para no dejar solos a un Ejército y una Policía que sí, lamentablemente, tiene a su interior algunos miembros que se olvidaron de su formación en el marco del servicio público y los valores institucionales, no representan la grandeza de un montón de vidas cuyas acciones admirables han sido llevadas con nobleza y sacrificios a favor de todos nosotros los colombianos que mucho les debemos a soldados y policías apegados a sus deberes. Las reflexiones de reconciliación, pero con justicia, que hace el Senador José David Name en su columna, es todo lo contrario al lenguaje incendiario, malsano, azuzador, que tanto daño hace a nuestro país y que tristemente se ha puesto de moda por parte de muchísimos políticos en calidad de líderes, entre sus seguidores, en las redes sociales y en las ramas legislativas y ejecutivas de todos los niveles. Esas tácticas, las que incluyen demandas judiciales encaradas con rabias personales pues suenan a venganzas asimilables al oportunismo, o a nostalgia de poder, transmitidas  públicamente inclusive con tergiversaciones amañadas, dirigidas en contra de representantes del gobierno (y hasta entre ellos mismos),  o en contra de los opositores quienes además, hay que decirlo, en muchos casos apenas vociferan pero no aportan nada bueno al bienestar común, obedecen desde las extremas a las ambiciones particulares que no les dejan pensar con juicio y actuar a la luz de sentimientos y emociones controladas para no alimentar al ruido mediático que ha empantanado terriblemente la visión de país; lo que también trasciende por fuera de Colombia impidiendo que nos vean con mejores ojos para invertir en un territorio como el nuestro con tanto potencial, pero con tantas necesidades ante la falta de oportunidades.  

Pero precisamente, sin que miremos al exterior, quedándonos solamente  en el análisis de lo que significó la reciente marcha de los trabajadores por la reivindicación de sus derechos, a más de los subempleados clamando por la urgencia de que se dispongan caminos  que conduzcan a mejorar las condiciones que lleven a una vida digna para todos, deberíamos saber interpretar sin  especulaciones maliciosas, la advertencia – no amenaza- que hiciera el presidente Gustavo Petro en su discurso del 1° de mayo, al llamar la atención sobre cómo el pueblo podrá reaccionar para que los resultados de las elecciones del 2026 no vuelvan a llevar al Congreso a los mismos que se niegan a ejercer con responsabilidad social y política sus competencias. El pueblo es soberano y tiene la capacidad y las herramientas constitucionales que le permiten reaccionar en justicia no dejándose llevar por mensajes manipuladores tan comunes en tácticas que están concebidas desde la estrategia de quienes obedecen a intereses de las clases dominantes.  

Pensando en los incomprendidos (en Colombia los tenemos también) remato esta columna recordando el profundo vacío que deja la muerte del papa Francisco y cómo hubo de expresiones sinceras de dolor por la falta que harán su sabiduría y capacidad para comunicar mensajes de solidaridad e inclusión, al igual que la publicación de textos de gran valor en el mundo de hoy, tratando diversos campos materiales y espirituales merecedores de grandes panegíricos; para algunos personajes públicos -y no tan públicos- él no merecía exaltaciones, por ellos y sus posiciones, pasará a la historia como un ser humano y sacerdote hondamente incomprendido entre ciertos sectores radicales que interpretaron sus homilías llamándolo comunista a manera de insulto; es decir, daban por sentado que todos aquellos que hablen de injusticia social y pobreza son comunistas -para ellos él lo era- y merecen el infierno. Así fue rotulado un papa distinto a sus antecesores a pesar de que todos siguen las enseñanzas de Cristo en la Tierra, pues si bien él anunciaba los Evangelios, lo hacía desde la perspectiva humana y actual trayendo al ahora, por ejemplo, aquello de los “sepulcros blanqueados” en el contexto de los fariseos y escribas (Mateo 23:27-28) cuando dice: “Jesús les reprocha su apariencia externa de justicia, mientras que en su interior están llenos de hipocresía y maldad”.

Algunos cardenales en este momento aspirando a ser el reemplazo de Francisco, están en campaña para que las reformas de éste sean revertidas.