En eso se convirtió Medellín, en una ciudad que está contaminada por los cobros ilegales y por las bandas delincuenciales que ejercen control en cada una de las comunas de la capital de Antioquia.
Esta semana escuché decir a un comerciante del centro que tenía que pagar “una cuota” -por la supuesta seguridad de su negocio-, a unos muchachos de Manrique para que no pasara nada en su local.
Este es el pan de cada día de los comerciantes del sector, mientras el alcalde de nuestra ciudad alardea por que mejoró tiempo en una maratón o por que ha viajado más veces que cualquier otro administrador que ha tenido este municipio.
La ilegalidad se está consumiendo la ciudad, ni el gobierno ni los ciudadanos estamos haciendo algo para mejorar la seguridad del municipio.
A usted, mi querido lector le quiero preguntar: ¿qué podemos hacer para frenar la inseguridad en Medellín? Y ojo que no estoy desplazando el problema, pienso que es un tema tan álgido que nos toca a todos los actores de ciudad tomar cartas en el asunto, no es posible que en este municipio nos atraquen a plena luz del día y no pase absolutamente nada. (Lea la columna).
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