
Por Carlos Mario Restrepo Tamayo
La construcción de un nuevo Palacio de Justicia en Medellín, con una inversión de $162.000.000 puede ser vista como una medida para mejorar la infraestructura y la eficiencia del sistema judicial en la ciudad. Sin embargo, es comprensible que la sociedad cuestione la prioridad de esta inversión cuando existen problemas graves de corrupción, moralidad y ética judicial en los falladores y administradores de la justicia.
En este sentido, es importante considerar que la justicia no solo se trata de tener edificios modernos y funcionales, sino también de garantizar la integridad y la transparencia de los funcionarios judiciales. La sociedad tiene derecho a exigir que se aborden los problemas de corrupción y falta de ética en el sistema judicial, y que se tomen medidas concretas para prevenir y sancionar estos comportamientos.
Algunas posibles soluciones que podrían ser consideradas en lugar de o además de la construcción de un nuevo Palacio de Justicia, incluyen:
1. Implementar medidas de transparencia y rendición de cuentas en el sistema judicial, como la publicación de información sobre los casos y las decisiones judiciales.
2. Fortalecer la formación y la capacitación de los funcionarios judiciales en temas de ética y moralidad.
3. Establecer mecanismos de control y supervisión efectivos para prevenir y sancionar la corrupción y la falta de ética en el sistema judicial.
4. Incrementar la participación ciudadana en la selección y el monitoreo de los funcionarios judiciales.
5. Implementar tecnologías y sistemas de información para mejorar la eficiencia y la transparencia del sistema judicial.
En resumen, la construcción de un nuevo Palacio de Justicia en Medellín debe ser vista como una medida complementaria a la solución de los problemas de corrupción, moralidad y ética judicial en el sistema judicial.
La sociedad debe seguir exigiendo soluciones concretas y efectivas para abordar estos problemas y garantizar que la justicia sea administrada de manera transparente, ética y justa.
El mal que nos aqueja gravemente, no está en la herramienta, sino en el que la utiliza, es decir el cáncer que se ha enquistado en la rama judicial en nuestros tiempos, no está en el objeto, es decir, no está en las edificaciones ni en las camionetas de servicio, sino en las personas que la ejercen. Entiéndase en los jueces y en los mal llamados honorables magistrados de las altas cortes…
No podemos seguir aceptando calladamente que nos engañen buscando el muerto ría arriba, con difusas soluciones que no son más que detractores, sofismas o cortinas de humo “engañabobos” en pleno siglo XXI.
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