
Por Ramiro Orozco G.
Sin justicia no hay patria sentenció Juan Bautista Alberdi, autor intelectual de la constitución de Argentina. Por nuestra parte Rafael Núñez nos dejó en el himno nacional que “si el sol alumbra a todos Justicia es libertad”.
Don Juan Manuel Santos (Foto) nos dejó de herencia no solo a Iván Duque sino la Justicia especial para la Paz (JEP) que no ha traído ni justicia ni paz y que no es más que un engendro jurídico diseñado para hacer brillar la impunidad y para decirles a los delincuentes que entre más graves sean los delitos, más grande será la alcahuetería que se les tendrá.
Los cínicos magistrados aseguraron que los miembros del secretariado de las FARC y los asesinos ex militares que cometieron crímenes de lesa humanidad merecen comprensión por sus actos y que lo mejor que se debe hacer es pasar la página y comenzar de nuevo. Nos dice la JEP que los tratos inhumanos, el homicidio la desaparición forzada, la tortura, el desplazamiento, los trabajos forzados, los tratos crueles y por supuesto los miles de secuestros sólo fueron actos de guerra que hay que asumir con resignación por la paz de Colombia.
A estos delincuentes por todos estos delitos les impusieron una pena simbólica de ocho años que purgarán en sus casas o en un buen resort donde podrán disfrutar de los ahorros hechos con estas actividades y burlarse de las víctimas y del país.
Es difícil entender este tipo de tratos privilegiados por estos execrables delitos, cuando a un funcionario cualquiera recibe prisión intramural de diez años o más por un contrato mal hecho o por supuestamente manipular testigos como en el caso de Álvaro Uribe.
Las FARC desde su desmovilización en el año 2016 no le ha aportado nada a la paz de Colombia, solo se dividieron en grupos para no abandonar su principio fundamental que consiste en aplicar “todas las formas de lucha”.
Unos se fueron para el exterior principalmente a Ecuador, Dubái y sobre todo a Venezuela donde el narco estado de Maduro les da protección y donde se concentra el eje del negocio del narcotráfico, comercializando las desbordada producción de cocaína proveniente de Colombia, otros que se hacen llamar disidencias y sostienen el mismo comportamiento de sus camaradas con el fin de mantener vigente la lucha armada y los otros se convirtieron en burgueses que siguen haciendo lobby político en busca de leyes que les genere ventajas, no solo hoy, sino sobre todo para el futuro cercano cuando liberen judicialmente a sus cabecillas y puedan optar legalmente por el poder creyéndose ciudadanos honestos que hacen patria.
De otra parte, decir que los secuestros y asesinatos de inocentes jóvenes por parte le miembros de las fuerzas militares se sucedieron en el marco de la guerra, es por decir lo menos una desfachatez y solo se puede entender como la manera de compensar a la extrema derecha política para cerrarles la boca.
No creo que la JEP se haya equivocado. Creo que sólo es una pieza de un plan mucho más grande y ambicioso. Sin embargo, olvidan algo fundamental y es que la inmensa mayoría de los colombianos son gente buena que cree en Dios y en el trabajo honesto y que sabe que justicia es libertad.
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